jueves, 30 de abril de 2020

68.- Una carta de Algemesí



Entre los papeles de mi padre encontré una carta dirigida a mi abuelo Rafael, “Papa Roa”, como le llamábamos todos los nietos, Roa no es un apellido muy común, es el nombre de un pueblo en la ribera del Duero en la provincia de Burgos.

En el año 1499 llegó a Huelma (Jaén) un tal Francisco de Roa en la repoblación que llevaba a cabo el duque de Alburquerque, señor de Roa y duque de Huelma, al que le dan 4000 marevedíes para una casa en la calle Nueva y 100 fanegas de tierra para que se instale allí. Es lógico pensar que para repoblar tierras conquistadas a los moros recurriese a cristianos viejos provenientes de las tierras donde ejercía su señorío. Posiblemente este Francisco proveniente del pueblo de Roa sea el ascendiente de  todos los que llevamos este apellido en Huelma.

Luis de Guzmán nace en 1601 y es el primer Guzmán en Huelma del que tenemos noticias,  ascendiente de mi abuela “Mama Guzmán”.

Nunca me explicaros por qué a mis abuelos paternos los llamábamos por sus apellidos y no por su nombre, seguramente por coincidencia con otros, quién sabe. Tanto mi abuelo como mi abuela nacieron en el año 1888, se casaron en 1912 y tuvieron dos hijas y dos hijos, mis tías Magdalena y Elena, mi tío Tomás y mi padre Francisco.

Fotografía de mis abuelos con sus cuatro hijos en 1922.

Mis abuelos fueron medianos agricultores al igual que sus antepasados e igual que mis padres.

Mi abuela, “Mama Guzmán” a pesar de ser una mujer menuda, siempre fue grande con una gran personalidad y en su casa siempre actuó como una auténtica matriarca y su generosidad le llevó a hacerse cargo de uno de sus hermanos cuando quedó viudo junto a sus tres hijos, a criar a una de sus nietas como si fuese su hija, a tratar a todos los que trabajaron con ella como si de su familia se tratara o socorrer a todo el que la necesitó. Recuerdo un día en que fui con mi padre a Huelma y nos encontramos en el banco con un hombre, al que saludó muy cariñósamente,  que en sus tiempos jóvenes había sido trabajador en el cortijo de mis abuelos y cómo se echó a llorar al saludar a mi padre recordándole el hambre que mi abuela le había quitado en la penuria de la posguerra.

Mi tío Tomás nació en 1916, el hijo de la familia que iba a estudiar y no iba a ser agricultor,  inició sus estudios por libre, es posible que se examinara de bachillerato en Baeza, después se iría a estudiar la carrera de Veterinaria a Córdoba, en estos años en todo el pueblo sólo había tres o cuatro estudiantes, un duro diario (5 pesetas)  me decía mi padre que les costaba la pensión en Córdoba que iban pagando con mucho esfuerzo y trabajo del resto de la familia.



Cumple 20 años en 1936, con la carrera de Veterinaria a medio terminar, cuando comienza  la Guerra Civil y es reclutado, no sé en qué fecha pero si sabemos que se incorporó el 26 de agosto de 1937 a Sanidad Militar de la 2º Comandancia en la Compañía de Plaza de Valencia desde donde envía una tarjeta postal a su familia a la dirección del cortijo de uno de sus cuñados dando noticias de su situación allí.

Desconocemos exactamente como terminó viviendo más o menos un año con su amigo Rodríguez, un perito agrícola de Jimena, en casa de José Tortajadas, Carlota Mantruilles y sus cuatro hijas en Algemesí en la provincia de Valencia, tras ese tiempo en el que forjaron fuertes lazos tuvieron que irse al frente, el día antes de marchar aún estuvo en el huerto de la familia con José recogiendo naranjas. Todos les acompañaron a la estación donde él se despidió diciéndoles: "Ya no nos veremos más, sois mis hermanas, mis novias, mi familia, además de la de Huelma".

Poco tiempo llevaba en el frente cuando lo mataron en Nules en la provincia de Castellón, alguna vez oí decir a mi padre que lo hizo un vecino del pueblo con una escopeta desde un balcón, por la espalda, a traición, mientras él socorría a los heridos.

Cuando avisaron a la familia Tortajada estaba mal herido, fueron a recogerlo ya muerto, con la cara destrozada, lo llevaron a su casa de Algemesí donde lo velaron, una tragedia para esta familia que ya lo consideraba como un hijo más, tardaron meses en poder dar tan triste noticia a mis abuelos.

Tras la guerra, mi abuela Mama Guzmán, su hermano Tomás y su yerno Antonio, marido de mi tía Magdalena, fueran a recoger los restos de mi tío Tomás y devolverlos al pueblo donde había nacido, les acompañaron a su vuelta a Huelma Pepe Tortajadas y sus hijas Carlota y María que ya eran también su familia. Ahora sus restos descansan bajo esta cruz.


En oficio del 20 de junio de 1938 se da cuenta de su desaparición de la 33 Brigada Mixta, no sabemos en qué fecha falleció y ya no hay nadie para preguntárselo. Poco sabemos de estos meses y de las circunstancias que le llevaron a Algemesí y de allí a Nules para una muerte absurda.



Mi padre era 5 años menor que su hermano, nació el 22 de noviembre de 1921 y por pocos meses se libró de la guerra, lo tallaron para reclutarlo, la quinta del biberón le llamaron, pero no llegó a ir a la guerra. Mi padre siempre tuvo admiración por su hermano mayor, éste contaba cosas de otros sitios, de cómo le gustaría conocer Venecia, una ciudad con las calles de agua cuando acabara la carrera, le ayudaba a aprender lo que los maestros que iban por el cortijo le enseñaban, era su ejemplo a seguir; al morir mi tío todo quedó truncado por aquella guerra fratricida.

La familia Tortajada de Valencia quedó unida a la mía por aquellos vínculos que en tiempos de guerra entrelazó mi tío con aquel matrimonio y sus cuatro hijas (Carlota, Pepita, Maruja y Vicentica), durante muchos años las naranjas y el arroz llegaron puntualmente a casa de mis abuelos. Papa Roa y Mama Guzmán les correspondían encargando al carpintero una caja de madera hecha a medida para enviarles un cargamento de garbanzos y lentejas. Estos envíos eran acompañados de las cartas en las que se daban noticias de ambas familias, alguna visita también hubo.



Mi padre tras la guerra cumplió con el servicio militar que le retuvo en Sevilla durante tres años, años de hambre y penurias para la mayoría del país. 



De regreso a Huelma sigue como agricultor en las tierras de sus padres y conoce a la que sería mi madre con la que empieza a salir formalizando la relación de novios, se casaron el día del cumpleaños de mi padre, el 22 de noviembre del año 1950.



Esta carta que le llegó a mi abuelo venía de Algemesí, está fechada el 16 de noviembre y los matasellos de su llegada a Huelma son de los días 20 y 21 por lo que seguramente fue entregada en casa de mis abuelos el día anterior a la boda de mis padres.

La carta dice así:

+
Algemesí   16-11-50

Mi más queridísima familia, deseo muy de veras al recibo de la presente goce de perfecto estado de salud.

Después de saludarles con todo cariño y contestarles a su muy querida carta no saben la mucha alegría que todos hemos recibido todos los de esta casa al saber que están todos bien y en vísperas de la última boda de los hijos que Dios les ha dado esta dicha, ya que todo completo en este mundo es imposible, les damos la última y muy grata enhorabuena a ustedes padres, el tardar tanto en escribirles no ha sido otra causa sino que como ustedes sabrán que el arroz está libre pero esta es la hora que aún no nos han racionado y mi padre quiere mandarles todo el que ustedes necesitan, pues he tenido que hacerlo sin poderles mandar el arroz como les digo aún no nos lo han dado en el Sindicato: Hace unos días recibimos un pedido de arroz de Eladio Martínez si se ponen de acuerdo él y mi padre cargará un camión y llegará a esa si le es fácil lo hará en esta fecha, por lo menos mi padre estará a la boda de Paco, y si no puede ser esperaremos otra ocasión, el resto de los demás de casa es imposible, primero por estar en vísperas de navidades en donde tenemos mucha costura y lo segundo es que mi madre no está mal pero sí bastante delicada y Vicentica ya está tres meses con la pierna hinchada pues no sabemos cómo le ha podido sobrevenir esto, va mejor dice el médico y también se ve, pero muy a poquito a poco, así es que de la cama al sillón es ésta su vida por ahora, Dios quiera que termine esto pronto.

Paco en nombre de mis padres y hermanas y el mío propio no tienes idea el gusto tan grande que sería nuestro gusto que en viaje de boda vengáis a Valencia, y de esta forma podremos verte a ti y conocer a tu señora, esperamos que no seas tú el que nos venga con excusas sólo con ponernos un telegrama en la fecha de llegada ya saldremos a esperaros a la estación; tanto a ti como a tu señora esposa os deseamos toda clase de felicidad y la más grata enhorabuena. Sin otra cosa por el momento con recuerdos cariñosos de todos los de esta casa para Elena y familia, Magdalena y familia, besitos a todos los nietos, de esta familia que mucho les quiere, y ustedes mis queridos padres y hermanos el más fuerte abrazo de esta su hija que no les olvida

Carlota            

Si vienen los novios y les parece oportuno que traigan a María Antonia para quedarse una temporada.






Después de leer la carta sólo me queda hacer algunas apreciaciones para completar el relato:

Hay una referencia a mi tío cuando dice:
 “la última boda de los hijos que Dios les ha dado esta dicha,  ya que todo completo en este mundo es imposiblerefiriéndose a la trágica muerte de mi tío Tomás.

Carlota y sus hermanas tratan en la carta a mis abuelos como si de sus padres se trataran.

Mi prima María Antonia no se fue una temporada a Algemesí.

Mis padres no hicieron viaje de novios, las circunstancias del trabajo en el campo y los recursos económicos lo impidieron.

Eladio Martínez era un comerciante de Huelma y tenía una tienda, entre los productos a la venta estaba el arroz.

No sé si llegó el arroz a tiempo ese año, sí llegué a ver cuando era pequeño la gran caja con naranjas de Valencia que como cada año llegaba a  casa de mis abuelos.

Carlota nunca se casó.

Mi abuela Mama Guzmán se llamaba María Antonia Guzmán Díaz y falleció el 30 de enero de 1972, pocos meses después, 25 de noviembre, fallecería mi abuelo Rafael de pena ante la ausencia de su mujer.

Mi hermano visitó hace unos años a esta familia valenciana y conservaban la memoria de todo lo que en aquellos años sucedió, desde entonces ha hablado varias veces por teléfono con ellos.

La última de las hermanas en fallecer fue Vicenta en el año 2018.

En el desván de mi memoria estaban algunos de estos datos, la carta me refrescó otros y acudí a mi hermano y a mi prima María Antonia que más que sobrina de mi padre siempre fue como su hermana pequeña y reconstruí lo que pude de la vida de mi tío que se prometía próspera y feliz dedicada a lo que le gustaba y que se vio rota por la maldita guerra, como la de tantos otros.

Ahora lamento no haber preguntado más cuando mis abuelos o mi padre aún vivían, de haber indagado y de conocer esta historia con todos los pelos y señales. De mi tío Tomás, al que no conocí,  sólo me quedan estos recuerdos, dos fotografías y alguno de sus libros.

Fotografía en la puerta de la que fue nuestra casa en Huelma (Jaén), detrás mis abuelos "Papa Roa" y "Mama Guzmán" con mis padres y mis hermanos en el año 1961.

Viene del desván esta historia ahora que llevamos 50 días encerrados en casa, confinados por el maldito corona virus COVID-19, que nos ha quitado la relación cercana de nuestras familias y amigos y del que algún día espero escribir con la perspectiva del tiempo.