Hay en Medina Sidonia (Cádiz) una calle que se llama "Guzmán", sólo tiene unas pocas casas y más parece un callejón que calle principal, pequeño homenaje del ayuntamiento de 1864 al primer duque de Medina Sidonia. Aunque Guzmán el Bueno nunca fue duque de Medina Sidonia si que se le puede considerar como fundador de la casa de Medina Sidonia cuyos herederos ostentaron el título de Duques de Medina Sidonia, el más importante durante siglos en la Historia de España.
Hoy he encontrado en mi desván este pequeño librito (76 x 108 mm) con sólo 10 hojas encuadernadas con un simple hilo que las sujeta en dos puntos, debe de ser de finales del siglo XIX de la editorial Hernando y Cia que tenía su sede en la calle Arenal, 11 de Madrid. Pertenece a una colección denominada "Museo de la Niñez", en el anverso de este librito la propia editorial hace una declaración de intenciones "Esta biblioteca infantil publica cuentos morales instructivos de educación y científicos y narraciones históricas profusamente ilustradas y con artísticas portadas al cromo aprobadas por la autoridad eclesiástica y a precios reducidísimos".
Está clara cuál es la finalidad de estas publicaciones, al igual que lo serían los famosos cuentos, de formato parecido, de la editorial Calleja, de allí la frase que hasta hace poco era familiar: "Tienes más cuento que Calleja" refiriéndose a la gran cantidad de títulos publicados.
Pero volvamos a nuestra narración histórica cuyo autor es José de Praussols sobre Guzmán el Bueno, debió tener éxito de ventas porque ésta es la 2ª edición, donde nos cuenta la vida de este personaje histórico, D. Alfonso Pérez de Guzmán, contemporáneo y al parecer familia del rey Alfonso X, el Sabio. Pero la parte que a mí me interesaba de niño de este personaje, con el que comparto apellido, era la del apresamiento de su hijo para exigirle la entrega de la plaza de Tarifa y él les dice: "El hijo es mio; la plaza, de mi rey. Antes querré que me matéis al hijo que daros la villa. Y si para realizar tal barbarie no tenéis acero, ahí va el mio" y les arrojó la daga a los moros para que lo matasen. Mataron al niño y Tarifa se salvó para la corona, y termina el autor con la frase "Ved, pues, hijos míos, a cuánto obliga el deber, si hemos de cumplirlo digna y honradamente".
Lógicamente, yo como niño, no estaba de acuerdo con este padre que no sólo dejaba morir a su hijo sino que además les facilitaba el cuchillo para degollarlo.
Este tipo de cuentos, historias o vidas de santos aún eran normales en mi infancia, vidas tan distantes y heroicas como las de las películas, ningún parecido con la realidad que uno vivía pero que te hacía pensar sobre lo bueno o lo malo, lo que estaba bien o mal, lo que se podía hacer y lo que no, ateniéndose a la moralidad imperante y tutelada, claro está, por la iglesia.
Aquí os dejo el texto completo para los que tengan curiosidad.
Interesante librito. Gracias por compartirlo. Enhorabuena por inaugurar este blog. Promete. Un saludo
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