domingo, 14 de mayo de 2023

90.- La pizarra y las matemáticas


Revisando viejos negativos he encontrado esta fotografía, si la ves sin conocer nada sólo verás a un joven que dibuja una curva matemática en una vieja pizarra en un aula indeterminada, para mí hay mucho más detrás, se me agolpan muchos recuerdos de aquellos años.

Empecemos por el principio, por la foto, este chaval que aparece fue alumno particular mío de Matemáticas de COU, era el año 1974 y yo tenía 18 años y estudiaba el primer curso de Arquitectura Técnica en la Universidad de Granada, había suspendido en junio la asignatura de Cálculo y me salió esta clase particular de las Matemáticas de COU cuyo temario coincidía bastante a nivel más básico con mi asignatura de Cálculo. Yo le obligaba a estudiar a él y para ello tenía que prepararme la clase que a la vez era mi estudio para mi examen de septiembre, mi alumno, del que no recuerdo su nombre y del que no he vuelto a saber, aprobó con nota su examen extraordinario de septiembre y yo también, dos pájaros de un tiro.

Pero, ¿dónde está hecha la fotografía?, pues en mi dormitorio, compartido con mi hermano, del piso que teníamos alquilado en Granada donde vivíamos con mis padres y mi hermana.

Tres años antes nos habíamos trasladado a vivir a Granada para ahorrar ya que era bastante más barato que los gastos de mi hermano y míos en la Universidad.

Ésta era la segunda vivienda que tuvimos, más amplia y soleada que la primera, enfrente de la estación de Alsina Graells del Camino de Ronda.

¿Una pizarra en el dormitorio? Pues sí, era útil para las clases particulares que dábamos en casa, otras eran en las propias casas de los alumnos, y esa antigua pizarra nos la había regalado mi prima Sagrario que la había conseguido en alguna escuela en la que había estado de maestra. No era la pizarra grande de una clase, era más bien pequeña y cabía en la pared de nuestro dormitorio, por ella pasaron varios alumnos que necesitaban de nuestra ayuda y nosotros los honorarios.

Por eso decía al principio que esta fotografía era mucho más de lo que en ella aparentemente se refleja, me lleva a mi adolescencia, a mi familia, a mi vida en Granada y al piso donde vivíamos, a una época en que ni imaginaba mi futuro de profesor ligado siempre a una pizarra.

¿Y quién hizo la foto y con qué cámara? La hice yo, la afición a la fotografía viene de bastante lejos, fue con nuestra primera cámara, SUPER CAPTA se llamaba y a la que mi padre se refería como “la kodak” como nombre genérico para todas las cámaras fotográficas.

Era y es, todavía la tengo, una mala cámara de uso muy sencillo y sin ninguna complicación técnica pero que cumplía con su misión, los carretes eran caros, con muy pocas fotos y el revelado también era caro por lo que se hacían pocas tomas, pero debió dar la casualidad de que quedase alguna en el carrete por hacer y decidí fijar aquel momento que ahora me hace recordar toda una época de mi vida.


viernes, 10 de febrero de 2023

89.- La familia Fernández de la Vega en el Vegadeo de principios del siglo XX a través de una fotografía y algunas tarjetas postales

 En el año 1880 llegan a Vegadeo el doctor en Medicina D. Wenceslao Fernández de la Vega Pasarín y su hermano farmacéutico D. Jesús, provenientes de la localidad lucense de Castroverde, eran hijos del notario santanderino D. José María Fernández de la Vega Rodríguez y de Dª Generosa Pasarín Osorio natural de Castroverde. Cuentan las crónicas familiares que para contraer matrimonio D. José María tuvo que raptar a Dª Generosa y llevarla ante el sacerdote para que los casara ya que la familia de ella, por su condición de nobles, le negaban el casamiento con un hidalgo.

De este matrimonio nacieron sus once hijos: José Mª, Wenceslao, Jesús, Higinio, Ramiro, Enriqueta, Justina, Ramona, Avelina, Sofía e Imelda, parece que siempre fue un matrimonio muy bien avenido que sólo discutían cuando lo hacían de política, él liberal y ella conservadora.

Wenceslao y Jesús se establecen como médico y farmacéutico, respectivamente, en la Vega de Ribadeo, son personas cultas y comprometidas, ambos participaron a su llegada en la creación de la Tertulia de Recreo y ambos llegaron a presidirla teniendo esta sociedad un importante papel cultural y social en la localidad.

En Vegadeo, nombre que no tendría oficialmente hasta 1916, nació en 1865 Dª Dolores Lombán Cotarelo, hija de D. Fermín Lombán Rodríguez-Valdés y Dª Manuela Cotarelo Reigada, con 10 años menos que Wenceslao contrae matrimonio con él en el año 1886 y tienen 9 hijos: Virgilio, Bienvenido (murío recién nacido), Mª Luisa, Jimena, Elisa, Dolores, José María, Blanca y Wenceslao.

Expondremos algo de la historia familiar en los primeros años del siglo XX y trataremos de hacerlo a través de la fotografía de la celebración en 1911 de las bodas de plata de Wenceslao y Dolores y de algunas tarjetas postales datadas a partir del año 1903. Detalles e imágenes de la familia del Dr. Fernández de la Vega, pero también del Vegadeo (Vega de Ribadeo) de los inicios del siglo XX.

En la fotografía de la familia ocupan el lugar central los homenajeados en el 25 aniversario de la boda de D. Wencelao y Dª Dolores, rodeados de sus ocho hijos vivos.

En esta fotografía, entre otros, aparecen también  Dª Emilia Trelles Braña (a la derecha de D. Wenceslao), esposa de D. Gumersindo Barcia Arango, abogado en Vegadeo y después juez en Ribadeo, padres de los hermanos Barcia (Augusto, Primitivo, Juan, Camilo, María, Carmen, Celia y Cora), , uno de ellos, Augusto Barcia Trelles, fue abogado, escritor, periodista y político diputado en Cortes, varias veces ministro, y llegó a ser durante unos días presidente del Consejo de Ministros de la República Española. La mayoría de los hermanos Barcia marcharon a Argentina en estos años prosperando en los negocios en los que participaron, Augusto también marchó a Argentina tras la Guerra Civil pero exiliado por su pasado político, en España sólo permaneció D. Camilo Barcia Trelles que fue un eminente catedrático de Derecho en diversas universidades españolas.

Más arriba de Dª Emilia en la fotografía está el sacerdote D. Inocencio Villamil Lavandera que tanta importancia tuvo en la vida de la villa en aquellos años, incluidas las polémicas por su fuerte carácter.

Lástima no poder identificar entre los casi 70 amigos y familiares de la fotografía, a muchos de ellos que fueron personajes clave de la vida de principios del siglo XX de Vega de Ribadeo.


Veamos en la foto de detalle los miembros más cercanos de la familia que hemos numerado:

1: D. Wenceslao Fernández de la Vega Pasarín (doctor en Medicina), casado con

2: Dª Dolores Lombán Cotarelo

3: D. Jesús Fernández de la Vega Pasarín (farmacéutico), hermano de Wenceslao y por tanto cuñado de Dª Dolores

D. Wenceslao y Dª Dolores fueron padres de:

4: Virgilio Fernández de la Vega Lombán (Licenciado en Farmacia), farmacéutico en Vegadeo en la Farmacia de su tío Jesús, en 1922 fue Vocal del Consejo Superior de Fomento, concejal del ayuntamiento de Vegadeo, Diputado en Cortes, posteriormente se dedicó a la agricultura y ganadería en las extensas tierras que en Toledo habían sido propiedad de su mujer Dª María Felisa Sedano.

5: María Luisa Fernández de la Vega Lombán (al casarse con el empresario veigueño Gerardo Álvarez Acevedo, residente en Ponce (Puerto Rico), se trasladaría a vivir allí de donde volvería a la muerte de su marido con sus tres hijos)

6 y 7: Jimena y Elisa Fernández de la Vega Lombán (gemelas nacidas en 1995 y que serían las primeras mujeres licenciadas en Medicina por la Universidad de Santiago de Compostela), Elisa se casaría con el compañero y catedrático D. Gumersindo Sánchez Guisande, moriría joven. Jimena no se casaría y tendría una larga y exitosa carrera profesional, discípula predilecta de Gregorio Marañón, profesora en la Facultad de Medicina de Madrid, investigadora y Directora de Balnearios como su padre.

8: Dolores Fernández de la Vega Lombán (casada con el empresario veigueño Santiago Fernández Ripoll)

9: José María Fernández de la Vega Lombán (Militar que ocupó diversos puestos de responsabilidad antes de irse exiliado a Francia donde seguiría trabajando como Ingeniero Industrial)

10: Blanca Fernández de la Vega Lombán (casada con el empresario de Villagarcía de Arosa Eduardo García Reboredo)

11: Wenceslao Fernández de la Vega Lombán (Abogado, Inspector y Delegado del Trabajo en diferentes provincias, padre que fue de María Teresa Fernández dela Vega Sanz (licenciada en Derecho, magistrada, diputada en Cortes, Secretaria de Estado de Justicia, primera mujer vicepresidenta en un gobierno de España, Presidenta del Consejo de Estado…) y de Jesús Fernández de la Vega Sanz, licenciado en Derecho, Inspector de Trabajo, Director General de Empleo, Director General de Recursos Humanos de Repsol…).

Una vez analizada esta fotografía desconocemos el lugar exacto de su realización en Vegadeo, en ella aparecen como ya hemos dicho familiares directos, amigos, empleados… que nos muestran el estatus de esta pareja, el vestuario del momento y otras características de la vida veigueña a principios del siglo XX cuando la ciencia y el ferrocarril van avanzando, la industria es próspera, están aún en tiempos de paz y las amistades y relaciones sociales ocupan un lugar importante, completemos la información que esta imagen nos da con las tarjetas postales que utilizaron estas personas en aquellos años para comunicarse entre sí.

Las tarjetas postales se pusieron de moda en los primeros años del siglo XX, vamos a hacer un poco el seguimiento de éstas a través de una selección de la amplia colección que Dª María Vega (María Luisa Fernández de la Vega Lombán) hizo en su juventud, recibidas por ella y su familia más cercana. A través de ellas nos acercaremos un poco no sólo a la historia de las tarjetas postales sino también al Vegadeo de esos años, aún Vega de Ribadeo.

Debido al elevado coste que el correo tiene a finales del siglo XIX aparece la tarjeta postal para breves mensajes o noticias al resultar más barata. En 1869 en Austria se admite la circulación de tarjetas postales con franqueo reducido.

Aunque en España se autoriza su utilización en 1871 no es hasta 1873 que D. Mariano Pardo de Figueroa y de la Serna (Dr. Thebussem, Medina Sidonia 1828-1918) imprime algunas cartulinas siguiendo el decreto de Correos y las pone en circulación, enviándolas a los conocidos y amigos, obligando a aceptar su utilización por parte de las autoridades correspondientes, aunque no hay constancia de que circulara una tarjeta postal con su correspondiente sello hasta 1892 desde Madrid a Pisa.

Pero será en ese año de 1892 cuando aparezcan las primeras tarjetas postales como las conocemos hoy. El procedimiento de la cromolitografía, que permite litografiar en varios colores mediante impresiones sucesivas, consigue que numerosos artistas reproduzcan sus obras en tarjetas postales.



En esta tarjeta de felicitación por su santo a María Luisa (conocida en Vegadeo como Dª María Vega) enviada por sus primas María y Salvia desde Castroverde, pueblo de sus abuelos. La prima Salvia, hija de la tía Enriqueta Fernández de la Vega Pasarín recibía esta consigna de su madre mientras paseaba por Lugo con estas palabras: ¡Oriéntate Salvia!, refiriéndose a que prestara atención a los caballeros casaderos que estuvieran por allí. ¡Qué tiempos! Esta anécdota se la relataba Dª María a su nieta Ximena.

Tarjeta fechada en septiembre de 1902, podemos apreciar algunas de las características de las tarjetas postales.

Digamos que, en un principio, en las tarjetas postales el reverso sólo se utilizaba para poner la dirección debajo de un texto que solía poner:

TARJETA POSTAL

UNIÓN POSTAL UNIVERSAL ESPAÑA

Dirección:

Estos textos podían estar escritos en español, francés, inglés u otros idiomas y a menudo en dos o más. Como el reverso estaba destinado exclusivamente a la dirección, había que escribir en los trozos blancos alrededor de la imagen del anverso o directamente encima de la misma.

Ésta está franqueada con un sello de Alfonso XIII, aún niño, de 15 céntimos.

Se realizan tarjetas postales políticas, de artistas famosos, de costumbres populares, de flora, de fauna, de paisajes, de monumentos, de ciudades, de pueblos, postales eróticas...

Las más comunes han sido las de saludos, felicitaciones y recuerdos de viajes, pero también fueron utilizadas como medio de publicidad.


Esta tarjeta postal de 1903 dirigida a Dª Dolores Lombán de F. de la Vega está franqueada con dos sellos de Alfonso XIII de 5 céntimos y sólo muestra saludos y expresiones cariñosas hacia los destinatarios.


Esta cromolitografía con un dibujo marinero de 1903 dirigida a María Vega Lombán está franqueada con un sello de Alfonso XIII de 5 céntimos y dirigida a la casa de D. Gumersindo Barcia en Ribadeo, padre de los Barcia de los que ya hablamos anteriormente y casa donde pasaba temporadas antes de que decidieran trasladarse a Argentina, la familia había vivido primero en Vegadeo y se trasladan a Ribadeo cuando D. Gumersindo es nombrado juez en esta villa gallega al otro lado de la Ría.


En esta ocasión es la fotografía de un personaje popular la que ocupa el anverso de esta tarjeta postal, en este caso la “Bella Otero”, bailarina, cantante y actriz muy famosa en la época, la tarjeta postal se la envía Cora Barcia a su amiga María Vega, el mensaje de amistad está implícito en el envío ya que el único mensaje que le envía es su firma bajo la fotografía.


Y los personajes famosos a los que se dedicaban las tarjetas postales podían ser personas tan ilustres y respetadas como el mismísimo Tschaikowsky, tarjeta postal enviada en junio de 1904 a María Vega a la Plaza del Campo (indistintamente se le denominaba Plaza del Campo o Plaza de la Constitución) de Vega de Ribadeo por su amiga María Barcia, en este caso el texto es extenso y de difícil lectura al ir parcialmente escrito encima de la fotografía.

Como ya hemos dicho, las tarjetas postales no siempre han reproducido fotografías de lugares, sino que también han contado historias (a veces incluso de manera secuenciada en varias tarjetas), han servido para declaraciones de amor (con textos y dibujos alegóricos) u otros muchos usos ya mencionados, en otra ocasión esperamos tener la oportunidad de adentrarnos más en esta temática.



Mostramos esta tarjeta postal que va dirigida por un colega y amigo al farmacéutico D. Jesús Fernández de la Vega, hermano de Wenceslao, enviada en el año 1903 y franqueada con un sello de 10 céntimos donde aparece la imagen del rey Alfonso XIII niño. Es curioso ver cómo la dirige a Vega de Eo puesto que el nombre de Vegadeo en sustitución de Vega de Ribadeo no sería adoptado hasta 13 años después.

En esta tarjeta hay dos cuestiones importantes a destacar, por un lado, la propia tarjeta postal impresa por el procedimiento de la fototipia y realizada a partir de una fotografía de J. Laurent, uno de los fotógrafos más importantes de la época. Esta técnica de la fototipia permitía hacer tiradas de un máximo de 500 ejemplares y fue utilizada desde finales del siglo XIX.

Por otro hemos de fijarnos en la fotografía y en lo que representa, el Puente de Porto o Puente del Príncipe (se refiere al Príncipe Alfonso, que luego sería Alfonso XII), éste puente fue mandado construir por la Reina Isabel II y fue inaugurado en 1863 uniendo Asturias y Galicia sin necesidad de navegar por las aguas del Río Eo para atravesarlo, fue un hito en la ingeniería de toda Europa, se realizó con hierro forjado traído de Inglaterra, por primera vez para este tipo de construcciones trabajaron buzos con escafandras para hacer las zapatas de cimentación y sorprendentemente sigue en servicio 159 años después.

La diversidad de las imágenes que contenían las tarjetas postales ha ido a la par de los materiales con los que se confeccionaban: cartulina, corcho, madera grabada a fuego, aluminio, son algunas de las variedades que se conservan. Las hay impresas en negro, en colores, con dorados superpuestos, en relieve, con perforaciones, con bordados... las hay rectangulares, cuadradas, circulares, ovaladas… con bordes rectos, ondulados o dentados. Las hubo incluso que llevaban superpuesta una fina capa transparente de plástico en relieve convertida en un disco microsurco que se podía escuchar en un tocadiscos. Aunque en sus inicios estaba bastante regulada y su dimensión aproximada era de 90 x 140 mm.


Mostramos ahora una preciosa tarjeta postal de estilo modernista de diciembre de 1903 donde Celia, Carmen, María y Cora felicitan el próximo año nuevo a su amiga María Vega Lombán, impresa en color y en relieve.

El estilo modernista, Art nouveau fue llamado en Francia,  Jugendstil en Alemania, Sezession en Austria o Style Liberty en otros lugares, tuvo su momento álgido entre finales del siglo XIX y principios del XX, llegando a todos los elementos de la vida: arquitectura, literatura, arte, mobiliario, joyería, artes gráficas… que suponía en ese momento una reacción y una ruptura con el pasado, con algo nuevo inspirándose en la naturaleza, utilizando la línea curva y la asimetría con motivos exóticos y una estilización de las imágenes, esta tarjeta postal es un claro referente de aquel estilo que pocos años después caería en desgracia y casi desaparecería.

Pronto la costumbre de ilustrar las postales con fotografías, su utilización como recuerdo de los viajes realizados o para felicitaciones, su posibilidad de ser coleccionadas, etc. hicieron que se convirtiera en todo el siglo XX en el medio de comunicación más usado para mensajes cortos por correo.


Esta tarjeta postal está realizada en aluminio, dirigida en este caso a Elisa Fernández de la Vega, una de las gemelas, por su amiga Eladia de la Iglesia.

A principios de 1904 D. Wenceslao pasa una larga temporada en Gijón, no sabemos si por razones profesionales o particulares y utiliza las tarjetas postales como medio de comunicación con su familia, unas veces las dirige a su mujer y en la mayoría de los casos a alguna de sus hijas, todavía no habían nacido ni José María (lo haría en abril de este año), ni Blanca, ni Wenceslao. En estas tarjetas postales da pequeñas noticias o manda cariñosos recuerdos.


En ésta dirigida a sus hijas gemelas enviada el 2 de febrero de 1904 les dice: “Venid pronto si queréis pasar estos carnavales con vuestro papá”, a esta tarjeta postal responden Jimena y Elisa con ésta otra:


“Querido Papá. Mucho sentimos no pasar los carnavales con nosotras. Lo abrazan sus gemelas Jimena y Elisa. Febrero 18/ 904” y va dirigida a Don Wenceslao F. de la Vega Doctor en Medicina al Gran Hotel y Restaurante del Comercio de Gijón, donde estaba alojado.

El Doctor Fernández de la Vega además de ser médico desde 1880 en Vegadeo, lo era también de visita de naves del puerto de Vega de Ribadeo desde 1882 y en verano se trasladaba con la familia al balneario de Guitiriz en el que era su director médico, posteriormente también lo fue del balneario de Paracuellos de Jiloca en la provincia de Zaragoza.


Aquí mostramos una tarjeta postal de la época del Gran Hotel del Balneario de Guitiriz, en los veranos D. Wenceslao dirigía este establecimiento termal, muchos años después también lo haría su hija Jimena.


Tenemos ahora cinco tarjetas postales enviadas desde Vega de Ribadeo y con fotografías de allí a distintos miembros de la familia, Virgilio, María Luisa, Jimena, Elisa y Lolita que describen la relación de amistad de Teodora Fernández Fidalgo que estaba casada con Pedro Fernández Durán y que eran propietarios de un conocido y reputado comercio de Vega de Ribadeo de la época, los “Almacenes Casa Durán”. Todas las misivas están firmadas el 14 de septiembre excepto una en el 15 del año 1904.





En estas imágenes podemos observar el aspecto de Vegadeo en este año de 1904, el río Suarón, el muelle y desembarcadero, el Paseo y la Alameda, la Plaza de la Constitución con el mercado semanal y la calle Empedrada. En la última podemos ver en la esquina de la plaza con la Empedrada el edificio donde vivía la familia Fernández de la Vega.

Estas cinco tarjetas postales fueron editadas por el fotógrafo Pascual Rey Castro de El Ferrol que, aunque empezó como aficionado pronto logró grandes éxitos en la profesión, esta colección de al menos 8 fotografías fue realizada en diciembre de 1903 cuando acompañó al alcalde de El Ferrol a Vega de Ribadeo para asistir a la asamblea del ferrocarril.


La tarjeta postal que traemos del Puente de Porto parece igual a la que ya mostramos con anterioridad, pero, aunque se utilizó el mismo negativo fotográfico es sin embargo de una edición distinta, en este caso de la Fototipia Lacoste de Madrid que fue la sucesora de la antigua Casa Laurent que había realizado la otra. Va dirigida en diciembre de 1906 a la Srta. María Vega enviada por su amiga Carmen Barcia y donde da noticias también de sus hermanas María y Celia desde Ribadeo.

Alrededor de 1904 cambia la normativa para el reverso y se divide con una línea vertical por la mitad como ahora las conocemos, dedicando la parte izquierda para el texto y la derecha para el franqueo y la dirección del destinatario. En España no estuvo limitada la cantidad de texto, sólo la que cupiese en la tarjeta postal, pero en otros países como Italia tenían el franqueo reducido limitado a un número de palabras (simplemente para saludar) debiendo pagar otro franqueo si se sobrepasaba el número de palabras establecido. Las antiguas siguieron utilizándose aún algunos años.


En este caso se trata de una tarjeta postal matasellada el 25 de octubre de 1906 procedente de Barcelona con el reverso ya partido entre texto y espacio para la dirección y franqueo.


Es ésta una curiosa tarjeta postal de Ediciones El Gallo E.J.G. París – Irún coloreada y donde aparece una rara fotografía de Vega de Vegadeo, al parecer realizada desde el lado del antiguo cauce del río Monjardín, sólo logramos apreciar la torre de la Casa del Campo, la propia María Barcia que envía la misiva se queja de lo poco favorecida que queda la villa.


Al haberse puesto de moda la colección de tarjetas postales surgieron también los álbumes para contenerlas como el que aquí mostramos, “Álbum para tarjetas postales” (hacia 1905) de estilo modernista de 410 x 245 mm con tapas de cartón duro y páginas preparadas para insertar cuatro tarjetas postales en cada una, dos en vertical y dos en horizontal, con adornos propios del estilo modernista que tanto triunfó en esos años de principios del siglo XX. Tiene 26 hojas por lo que puede contener hasta 208 tarjetas postales perfectamente colocadas y sujetas por las esquinas sin dañarlas.

El día de Viernes Santo del año 1924, D. Wenceslao fallecería siendo considerado entonces “el médico de los pobres” al que acudían los enfermos desde lugares remotos de Asturias y Galicia, protagonista muy importante de la vida social y cultural de Vegadeo, con gran prestigio entre sus compañeros médicos, intelectual y benefactor en su época.

D. Jesús Fernández de la Vega Pasarín viaja en estos años de principios de siglo a lomos de un burro por los Andes americanos buscando un lugar cuyo clima le fuera beneficioso para sus dolencias, encontró ese lugar ideal, pero fue en el Valle del Tiétar en la provincia española de Ávila donde además compró una pequeña empresa hidroeléctrica en 1909, esta empresa y el resto de sus bienes los heredaría su cuñada tras su fallecimiento en 1931, ya viuda.

Dª Dolores Lombán Cotarelo habría de ver y vivir numerosos episodios que fueron marcando su vida, apoyada siempre por su hija Jimena: epidemias de cólera y rabia en Vegadeo, la Primera Guerra Mundial, la pandemia de 1918 llamada gripe española, se haría cargo de la empresa hidroeléctrica de su cuñado, moriría su hija Elisa de una neumonía, compraría el balandro Teresita (fabricado en Vegadeo en 1918) y lo  vería hundirse en Santoña cuando transportaba un cargamento de piedra en 1937, sufriría la Guerra Civil española, padecería por la muerte de su nieta Amalia (hija de Mª Luisa) en el Bilbao de la guerra cuando contrajo el tifus al beber agua contaminada en el refugio antiaéreo donde tenían que pasar muchas horas durante los bombardeos, vería huir a su yerno Gumersindo exiliado a Argentina por sus ideas políticas cuando era el decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza, igualmente vio marchar al exilio a Francia a su hijo José María, viviría la Segunda Guerra Mundial, se trasladaría a vivir a Madrid, cumpliría uno de sus sueños al ser recibida en los años 50 en audiencia por el Papa Pio XII, sus nietos la recordarán como una mujer muy fuerte y valiente (excepto en días de tormenta) falleciendo en 1957 a los 92 años, pero éstas son otras historias, otras historias que algún día contaremos.

Autores del artículo:

•       Ximena Prieto Álvarez, Licenciada en Geografía e Historia, Profesora de Secundaria y                            Bachillerato y biznieta de D. Wenceslao y Dª Dolores.

      Miguel Roa Guzmán, Arquitecto Técnico, Catedrático de Dibujo en Secundaria y Bachillerato,               aficionado a la fotografía y a la historia de las Tarjetas Postales.


Este artículo ha sido publicado en el número 128 de la Revista La Vega (Revista de información histórica del concejo de Vegadeo) en el invierno 2022-23.

domingo, 4 de septiembre de 2022

88.- Viaje a Jaén

Mis padres, mis hermanos, mis abuelos paternos y yo en el Jardín de Huelma en el año 1962


Encontré por el desván un viejo mapa, con la provincia de Jaén por un lado y el callejero de su capital por el otro, lo editó en su día la Óptica Real con la colaboración de varios comercios más, lo regalaban en esos establecimientos, y me transportó a mi infancia, a mis traumas con Jaén a la que sólo iba de médicos o a examinarme en el instituto, pero en aquellos viajes siempre hubo algo más, algo más que atesoro en ese desván de mi memoria.



Llamar hoy en día “viaje” a recorrer 50 kilómetros sería una temeridad, pero os voy a hablar de otros tiempos, que fueron los míos, en los primeros años de la década de los 60 siendo aún un niño.

Con pocos años, supongo que con siete u ocho, empecé a tener problemas con las anginas y me diagnosticaron que tenía “velocidad en la sangre” (velocidad de sedimentación), nadie se molestó entonces en darme más explicaciones pero mis frecuentes recaídas con las anginas me llevaron varias veces de médicos a Jaén ya que en mi pueblo de nacimiento, Huelma, sólo estaban los de medicina general (hoy médicos de familia) que aunque atendían todo tipo de problemas, cuando se complicaba te mandaban a un especialista en Jaén, privado si no recuerdo mal, todavía no funcionaba la Seguridad Social como hoy la conocemos.

Mis padres, mis hermanos y yo en una boda en Huelma en el año 1965

Cuando se preveía un “viaje” a Jaén se desarrollaba toda una liturgia, protocolo se llamaría hoy, se informaba a los abuelos y a los familiares más cercanos y de más confianza por si tenían algún encargo que hacer, se preparaban papeles, ropa para el viaje o cuanto fuese necesario, dentro de esa indumentaria iba dentro del bolso de mi madre un vaso de plástico plegable (no me he equivocado, un vaso plegable con su tapa que ocupaba muy poco espacio plegado y que serviría para beber en una fuente pública si fuese necesario sin tener que chupar el caño, lástima no haber conservado aquel vaso con el que tantas veces jugué y del que creo que nunca bebí).

El vaso plegable (fotografía encontrada en internet)


Una vez avisada la familia y recogidos los encargos a hacer en Jaén y fijado el día del viaje la noche anterior era de nervios. Incluso intuías el olor de gasolina desde varias manzanas la noche anterior que ya presagiaba los vómitos en el viaje.



Llegado el día se madrugaba lo suficiente para estar con tiempo en la plaza donde estaba la parada del “correo de Jaén”, llamado así porque entre otras misiones tenía la de llevar y recoger en la capital la correspondencia de todo el pueblo. La empresa que tenía este servicio era la de los “Bayonas”. Llegada la hora de salida, aún de noche, emprendía la marcha con destino a Jaén y tras innumerables curvas de subida hacía la ermita, de bajada hacía Cambil, de paradas en donde alguien estuviese esperando, por fin llegaba a la Venta Oasis, donde hacía una parada técnica para que el motor se enfriara, aunque las malas lenguas decían que llevaban comisión de aquel lugar al servir tantos desayunos a los viajeros. Por fin y tras muchas vueltas siguiendo el curso del río Guadalbullón llegábamos a la estación de autobuses de Jaén, lugar muy moderno entonces que al día de hoy sigue cumpliendo su misión de alojar y distribuir todos los autobuses de la provincia hacia la capital.

Uno de los autobuses de la empresa Bayona que hacía la ruta Huelma-Jaén. Fotografía tomada del grupo de facebook: Historia de Huelma en imágenes https://www.facebook.com/groups/111527475593684 

Al bajarnos del autobús cada uno cogía su camino, el nuestro hacia los médicos que nos habían llevado allí, primero me sacaban sangre para los “análises” (análisis en la jerga de mi pueblo entonces), primero me tomaban una pequeña muestra del dedo en donde me pellizcaban con una especie de bolígrafo pero que lo que hacía era un corte del que brotaban gotas de sangre y a continuación me extraían del brazo, esas extracciones y el miedo a ellas me llevaron a donar pocas veces sangre. A continuación, la consulta, salvo la vez que me operaron y me extrajeron las amígdalas.

Yo debía tener ocho o nueve años, pero recuerdo aquellos días, nos habían avisado con tiempo y había que llevar determinadas cosas a la clínica y en donde además de la consulta estaba el quirófano y una habitación con dos camas en donde tendría que dormir una o dos noches. Una de las cosas que había que llevar era un pijama, yo no usaba pijama (sigo sin usarlo, aunque tenga un par de ellos en el armario, por si enfermo) y mi madre fue unos días antes a la tienda “La Taza” de mi prima María Antonia a comprarme uno, con la mala fortuna de no tener en esos momentos ninguno, por lo que fui a la operación sin llevarlo (creo que me quedé en calzoncillos y camisa o camiseta, toda una afrenta a mi honor, con la vergüenza infantil que soporté, sin decírselo naturalmente a nadie, padecí en silencio la supuesta humillación).

Estaba otra familia con su hijo y nosotros. El médico otorrinolaringólogo que tenía una enfermedad en la garganta que le impedía hablar con normalidad !vaya ejemplo para un niño que iba a ser operado de la garganta¡ y que sólo entendía su enfermera, se dispuso a meter mano en mi garganta, pero antes la enfermera hizo su trabajo, empezó a hablar conmigo, me preguntó el nombre, cuál era mi pueblo y al decirle que Huelma ella me dijo que había estado allí, a mí me sorprendió que una persona que no era de mi pueblo fuese a él, el concepto de turismo no lo tenía aún muy desarrollado, muy simpática aquella enfermera que procedió mientras me distraía con su charla a atarme las manos a la espalda, a sentarme en una silla e inmovilizarme a ella con sendas vendas y para rematar aquel simulacro de ejecución me taparon con otra venda de tela los ojos. Ahí entró en acción el médico, me introdujo un artilugio que me impedía cerrar la boca y me inyectó, creo que un antiinflamatorio y algo para la coagulación, ni rastro de anestesia, aquello era a las bravas, me introdujo una especie de alicates (a pesar de la venda yo veía por los lados de la nariz) y procedió a cortar por lo sano dejándome sin mis anginas para impedir las infecciones recurrentes. Todo un trauma, después de aquella amputación y previo desate me llevaron a la habitación de al lado, el dormitorio donde estaban las dos camas y donde el otro niño ya estaba instalado, me acostaron y creo que me dieron una pastilla, el primer día creo que sólo me dieron una sopa o un zumo para comer porque mi garganta no aguantaba nada más y al segundo día y tras una larga noche en duermevela con los dolores propios me dieron de comer, yo me negué (faltaría más, después del crimen que habían cometido en mi garganta pretendían que comiera y tragara), la enfermera era simpática pero pertinaz e insistió e insistió ante mis negativas hasta que me hizo comer parte de la comida que me habían preparado, breves minutos después lo vomité todo y lo único que se me ocurrió decirle como justificación fue “se lo dije que no quería”. En cualquier caso, aquella tarde me trajeron de regalo un helado y ese sí me lo comí, no se podía perder la oportunidad de comerte un helado que era cosa de pocas ocasiones. Esa misma tarde creo que me dieron el alta y regresamos a Huelma. Debí pasar unos días sin ir a la escuela y vinieron mis compañeros de clase a casa a verme, para mí fue importante sentirme el protagonista de aquella situación cuando yo siempre fui un niño muy tímido, en aquel tiempo el maestro nos calificaba y nos ordenaba en clase por los resultados, normalmente yo ocupaba el primer puesto en aquel ranking que perdí ese mes en favor de una compañera que me consoló diciendo que si no hubiese estado enfermo seguiría siendo el primero, no recuerdo el nombre de esa niña, no sé qué fue de ella pero mientras hablaba conmigo supe lo que era una buena persona, empatía lo llaman ahora, sólo recuerdo que era más alta que yo, que era inteligente y que llevaba una coleta en el pelo.


Pero no siempre que fui a Jaén me operaron, otras veces sólo era la consulta y poco tiempo después las visitas a Jaén fueron para los exámenes en el instituto Virgen del Carmen, los maestros nos preparaban en el pueblo con clases después de terminar su jornada ordinaria. 


Me presenté a Ingreso (necesario para empezar a estudiar bachillerato) sin haber cumplido aún los 10 años y era un examen donde te preguntaban cosas de diferentes materias, te hacían hacer un dictado en el que no podías tener faltas de ortografía y creo que algunos problemas sencillos de matemáticas, pero con numerosas operaciones. La nota se la enviaron al maestro que nos presentaba días después, el mío era D. Antonio Carrasco, pariente de mi padre y que fue el encargado de hacer ver a mis padres las posibilidades en los estudios tanto de mi hermano como mías. Hombre muy alto, en misa podías mirar hacia atrás y distinguías perfectamente a Don Antonio y a su hermano porque sus cabezas sobresalían sobre todas las demás, afable y amante de su trabajo, formal y buena persona, aún recuerdo sus boletines de notas que eran una hoja muy alargada impresa con las diferentes materias que evaluaba: cálculo, geometría, dibujo, geografía, historia…  y un largo etcétera donde también se incluían las calificaciones en comportamiento, educación o faltas.  Cuando llegaron las notas utilizó una de aquellas hojas para poner en diagonal y superpuesto a lo impreso mi nota: ¡Un 6, por tímido¡ No lo conservo físicamente pero parece que estoy viendo aquel papel escrito encima de la tinta negra de imprenta con un bolígrafo azul, no era una gran nota y sin duda merecía más y él diagnosticó el por qué, yo era muy tímido y no había sabido sacar más de mí en ese momento. Bueno, había aprobado y por tanto el curso siguiente haría 1º de bachillerato también en mi pueblo e incluso 2º, para 3º me fui interno al Colegio Ave María de Granada, pero esa es otra historia. Cuando fuimos a examinarnos de 1º de bachillerato, junio de 1966, fuimos varios compañeros de mi pueblo, uno de ellos era un sobrino de don Antonio que estaba un curso más adelantado, él se examinaba de 2º y nosotros de 1º, fuimos a la misma pensión y nuestros padres alquilaron habitaciones para ellos y una con varias camas para los niños, yo compartí cama con aquel chaval que era un año mayor y del que me hice muy amigo, él se fue interno al año siguiente y desgraciadamente falleció a mitad de curso, creo que de una leucemia, fui mi primer contacto cercano con la muerte.

Don Antonio Carrasco y su mujer Doña Eloisa Guzmán, foto tomada de https://www.facebook.com/groups/111527475593684

Pero volvamos a los viajes a Jaén, todos tenían mucho en común, una vez finalizadas las obligaciones (médicos, exámenes, encargos…) nos íbamos de tiendas y se aprovechaba para las compras que no se podían hacer en el pueblo, mi padre aprovechaba para ir al sastre, a mí me compraban un abrigo para el invierno si es que lo necesitaba... las tiendas que más me gustaban eran El Corte Italiano, Galerías Preciados y Tejidos Gangas (famoso y popular en su época y que contaba con un edificio entero), eran grandes almacenes, del tamaño de Jaén claro, que tenían escaleras mecánicas y ascensor y de eso no había en Huelma y era una satisfacción poder presumir a la vuelta de que te habías montado. Recuerdo cuando dos o tres años antes uno de esos viajes sirvió para comprarme el traje para la Primera Comunión, de Caballero de Santiago, y una vez comprado nos fuimos al fotógrafo para hacer la foto oficial, pero eso creo que ya lo conté en otra ocasión.

Tejidos Gangas en Jaén, foto tomada de http://jaenenlamemoria.blogspot.com/2013/02/tejidos-gangas.html

Después de las obligaciones y de las tiendas ya era hora de comer, siempre era en la misma calle, la Calle Nueva que entonces se llamaba la Calle Rastro, donde primero tomábamos un aperitivo en la Gamba de Oro (no se comían gambas con frecuencia, aparte de las bodas) y luego a una casa de comidas de esa misma calle y en donde sucedió la siguiente anécdota de mi padre, nuestra situación económica siempre fue bastante justa y en una de estas ocasiones mi padre no disponía de dinero en efectivo en esos momentos y echó mano de uno de los tres billetes de 1.000 pesetas que su padre le había dado cuando se casó en 1950, considerable cantidad para la época, mi padre los tenía guardados para una necesidad y ésta fue una de ellas por lo que echó mano de uno de esos billetes y lo metió en su cartera, a la hora de pagar la comida mi padre sacó ese billete, ya antiguo, y el camarero le dijo que no conocía ese billete y que no podía pagar con él, un señor de una mesa cercana presenció la escena y se ofreció a mi padre para cambiarle ese billete por uno nuevo, cosa que hicieron y con el que pagó, es posible que un heredero de ese señor tenga en su colección de billetes el que mi padre tuvo que usar muy a su pesar aquel día. Los otros dos billetes de 1.000 pesetas que mi abuelo le dio no los tuvo que utilizar nunca y me los regaló ya en su vejez y que conservo con especial cariño por su significado.


Uno de aquellos tres billetes de 1000 pesetas


Normalmente cada viaje a Jaén significaba una visita a la catedral que ya conté en otra ocasión.


Voy a narrar ahora una anécdota que me sucedió en uno de esos viajes, a mí me gustaba repasar las enciclopedias que caían en mis manos, en una había visto una brújula que era un elemento exótico y muy deseado por mí, vi una en un escaparate y le pedí a mis padres que me la compraran, mi padre me dijo que si no era muy cara la podría adquirir, que entrase a preguntar. Entré, pregunté el precio y el dependiente me dijo que valía “sien” pesetas (100), hasta ese momento yo no sabía que había gente que seseaba o ceceaba al hablar, salí y le dije a mi padre “cuesta seis pesetas”, mi padre abrió el monedero y me dio las 6 pesetas con las que entré a comprar mi deseada brújula, el dependiente me rectifica y me dice “no son seis, son sien”, decepcionado salí y se lo conté a mis padres y le devolví el dinero, cien era demasiado para que yo jugara, nos fuimos y todo quedó en mi memoria como otra pequeña frustración de mi infancia, años después formé parte de un grupo de espeleología y manejé la brújula del grupo, actualmente procuro tener en casa brújulas pequeñas que regalo cuando algún chaval cercano muestra interés por ellas.



Pero volvamos para cerrar con el mapa del que hablábamos al principio. Ahí están los nombres (de ese momento) de las calles que yo oía nombrar en los programas de radio, los comercios que visitábamos, el callejero es de 1965 y también tenía el mapa de la provincia con los nombres de todos los pueblos, indicando la distancia a la capital y si tenían o no oficina de telégrafos y de correos, ¡cuántas vueltas le di yo a ese mapa! y en él dejé mi firma autógrafa infantil de entonces.




La vuelta al pueblo seguía también su protocolo, llegada el autobús a la plaza, descarga de paquetes, mucha gente esperando a los familiares, bajada andando hacia casa de mis abuelos, mama Guzmán y papa Roa, a dar cuenta del viaje y regreso a casa para seguir con la rutina diaria.

Mis abuelos Mama Guzmán y Papa Roa

Y hasta aquí llega hoy mi poco entusiasmo por mis viajes a Jaén, también mi viaje al desván de mi memoria que este mapa suscitó.



domingo, 24 de abril de 2022

87.- Regalo póstumo

 


Fue en el curso 2000-2001 cuando llegó Matías Palazón Guzmán como nuevo compañero al departamento de Dibujo del IES San Juan de Dios de Medina Sidonia. Cuando se presentó en septiembre como profesor de Plástica para ese curso en nuestro centro nos pusimos a hablar, él era más joven que yo, pero teníamos muchas cosas en común, los dos habíamos nacido en pueblos jiennenses, los dos habíamos estudiado en Granada, hasta teníamos el mismo segundo apellido y ahora compartíamos instituto y departamento.

Siempre nos llevamos bien, era cariñoso, servicial, alegre y participativo, hacía un buen trabajo con los alumnos… y empezamos a compartir actividades, una de ellas fue una intensa jornada en Jerez con mis alumnos de Medios de Comunicación de 1º de bachillerato. No teníamos dinero para contratar un autobús y decidimos llevar nuestros coches, Matías se ofreció a acompañarnos ese día y llevar su coche, también tuvimos que echar mano del novio en esos momentos de una de las alumnas y así con los coches de Santiago, de Matías y el mío pudimos realizar aquel viaje a Jerez (recordad que era el año 2000, impensable en este momento llevar a alumnos en coches particulares, pero sí posible con buena voluntad y permiso de padres e instituto en aquel año).


Estupendo día el que pasamos visitando la redacción del periódico Diario de Jerez, una emisora de radio, recorriendo las bodegas González Byass, subiendo a la cámara oscura y otros edificios de interés en la localidad jerezana, muy aprovechado el día que nos unió más a Matías y a mí en nuestra incipiente amistad.



En el curso siguiente tuvimos la ocasión de compartir un muy interesante curso de grabado en el taller del pintor jerezano Luis Grajales y su mujer Inmaculada Ayala, que años después también sería compañera y amiga en el San Juan de Dios. De ese curso de grabado, organizado por el Centro de Profesores de Jerez, salió una estupenda exposición colectiva que se exhibió en una de las salas de la Caja de Ahorros de Jerez.









Durante el curso de grabado era normal que nos fuésemos intercambiando algunos de los trabajos que estábamos haciendo, Matías me regaló un grabado con unos arcos.


Pero no quedó del todo conforme con el resultado y tiempo después me regaló otro grabado que había realizado sobre geometría y del que estaba más satisfecho.



En cursos sucesivos volvimos a coincidir en otros cursillos, en alguna actividad lúdica del San Juan de Dios o en reuniones… la relación siempre fue fluida, cordial, amena y de total confianza y compañerismo.

Matías volvió a ser profesor del IES San Juan de Dios en el curso 2013-14 y volvimos a compartir departamento y actividades, en ese año fue el tutor de un grupo de 2º ESO.



Le pedí que hiciese ese año la portada para el libro El Barrio que el centro lleva publicando desde el año 2007.


Matías era tímido, aunque no lo aparentase, empezó mi encargo, pero le costó terminarlo, cuando lo dio por finalizado pasó a formar parte de la portada del libro y me regaló el original que conservamos enmarcado en nuestra casa con especial cariño.




En los cursos siguientes Matías estuvo en otros centros donde también lo recuerdan sus alumnos y los que fueron sus compañeros.

El 8 de febrero de 2016 cumplí 60 años y me jubilé, a la comida de despedida vinieron muchos compañeros de años anteriores, pero Matías no vino, no supe en ese momento por qué no había podido, supuse que su trabajo en su instituto se lo habría impedido.

En mi despedida me agasajaron con muchos regalos como la insignia de oro del instituto, Inma me trajo un cuadro que había realizado sobre el patio del Instituto con su técnica tan especial, Manuel Ángel un grabado dedicado, realizado por su hija… también me entregaron una edición especial del libro El Barrio, ejemplar único dedicado a mis treinta años en el centro (la imprenta ALOGRAF regaló la impresión y encuadernación del libro, gracias Pedro) con textos y fotografías de familia, amigos, profesores y alumnos, en ese libro no hay ningún escrito de Matías, era tímido como ya he dicho y debió pensar que no iba a expresarse como quisiera, pero las grandes personas siempre se comunican de una u otra forma.


Me despedí del centro y como premio por nuestras recientes jubilaciones teníamos organizado un viaje Ximena y yo a Argentina y Chile y que hicimos a finales del mes de febrero y principios de marzo de ese año de 2016.


Durante ese viaje nos llevamos un tremendo disgusto cuando recibimos un mensaje de nuestro compañero Diego dándonos la triste noticia del fallecimiento de Matías, no nos lo podíamos creer, era joven y le quedaban muchas cosas por hacer y compartir, pero su cuerpo y quizás la impericia de algún médico le llevaron al fatal desenlace. Poco a poco fuimos asumiendo su pérdida desde la negación de que eso pudiera haber pasado a la aceptación de tan triste pérdida.

Pasaron años y el 26 de septiembre de 2020, en plena pandemia por el coronavirus, recibo un mensaje de WhatsApp que decía: “Hola Miguel, soy Ángel, hermano de Matías. He estado esta semana en Jerez y he traído algo que quizás te interese”, acompañaba una foto de un retrato mío realizado a lápices y ceras por Matías, y añadía “Está inacabado pero seguro que es un buen recuerdo” “Creo que era por tu jubilación, pero al pobre no le dio tiempo para terminarlo”.


¡Qué sorpresa! Cuatro años después de su fallecimiento me hacía llegar la noticia de su regalo, de un tiempo en que ya estaba enfermo y no le permitió venir a la despedida por mi jubilación, del tiempo que no tuvo para terminar ese retrato y del que pensaría que yo nunca iba a ver, pero el destino cruza caminos inesperados y su hermano Ángel ha servido de mensajero años después de su partida.

No sé qué fotografía estaba utilizando de modelo, tampoco cuándo pensaba darlo por finalizado, pero detrás de este retrato están muchos años de amistad, respeto y afecto.

Cuando Ángel se puso en contacto conmigo estábamos en plena pandemia y en ese tiempo no viajamos a ningún lugar hasta varios meses después, ni siquiera a Granada a ver a la familia, no nos hemos visto hasta este mes de abril en que ambos hemos coincidido en Granada y los hados han hecho posible este encuentro para regalarme este dibujo tan especial y poder charlar durante un buen rato de su hermano Matías que tan pronto nos abandonó. 

Matías fue una buena persona, un buen hermano, un buen profesor, un buen compañero… y sobre todo un amigo. Descanse en paz.

Gracias Ángel por cumplir el deseo de tu hermano, gracias enormes a ti, Matías.