He encontrado en mi desván esta pequeña libreta (70 x 110 mm), que no llega a ser una agenda, que creo compré en un mercadillo de Sevilla. Analizar y contar cosas de personas que no has conocido, simplemente a través de algunos indicios que dejaron, es una temeridad, no sé casi nada de José (así se llamó el dueño) pero deduzco algunas cosas, en primer lugar que era un estudiante de Bellas Artes en Sevilla, en la libreta se ven pequeños apuntes de caras, ejercicios de anatomía, apuntes de escultura, de arte en general, de una conferencia de estética, de arquitectura o de Geometría descriptiva y Dibujo Técnico, incluso hay una lista de colores y pinceles a comprar.
No sé si terminó los estudios, ni tampoco si se dedicó a otra cosa, si sé que vivió en Sevilla y también en la calle Serrano de Madrid.
Hay dos fechas, una de 1912 y otra de 1913. He escaneado casi todas las páginas donde hay algo escrito y dibujado, incluidas las guardas con un precioso grabado de tipo chino.
Cuando era pequeño me encantaba que mi padre me regalara las pequeñas agendas que entonces regalaban algunos bancos, en mi caso el Banco Central, luego casi no las usaba porque me daba pena estropearlas y aún conservo alguna. Mi padre a veces sí las utilizaba, como cuando se quebró una pierna y hubo de estar bastante tiempo postrado en cama, cada día recibía varias visitas de familiares, amigos y conocidos y él iba anotando a cada uno de ellos, no sé dónde estará esa agenda, me gustaría ojearla y hojearla (de ojo y de hoja) para ver aquellas anotaciones, ahora cobrarían otro sentido bien diferente, viendo el respeto y cariño de tantas personas que fueron a verle.
Antes en agendas, ahora esas funciones a veces las hacemos por facebook.
También tengo mis propias agendas, especialmente las escolares, donde anoto lo que he hecho o voy a hacer en clase, pero también pequeños acontecimientos diarios (ir a comprar, cambiar la botella de butano o ir a una reunión en la Delegación de Educación), a lo largo de la vida vamos acumulando cosas, demasiadas cosas de las que no queremos desprendernos. Unas las heredamos, otras las encontramos o las compramos y otras las producimos nosotros mismos, pero el día que no estemos ya aquí ¿qué pasará con ellas?, está claro que muchas las guardarán nuestros hijos, pero otras no podrán porque no habrá espacio en sus casas o no las querrán y se desprenderán de ellas, ¿irán a la basura? ¿a un librero de "viejo"? ¿a una institución? ¿a un amigo? Y aquellas que se salven y alguien analice 100 años después, como yo he hecho con esta libreta de José, ¿qué pensará de mí el que las lea? ¿a qué conclusiones llegará? No lo sé y tampoco sé si me importa, al menos espero que disfrute como yo hago cuando me las encuentro y vuelvo a darles vida.
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