Llevamos varios días encerrados en casa por la pandemia del coronavirus, estamos permanentemente conectados al móvil, la tableta y el ordenador y aunque la mayoría es gente responsable, los hay que se dejan llevar por la histeria o que la provocan con difusión de todo tipo de noticias, unas veces falsas, otras medias verdades y otras catastróficas.
Me viene a la memoria mi infancia y los domingos cuando íbamos a misa y después de salir visitábamos a los abuelos y especialmente a las abuelas que eran las que estaban siempre en casa y nos daban una peseta a cada uno.
Cuando llegábamos a casa de mi abuela "Mama Carmen" a veces coincidía el paso de un señor por la calle con una cesta de garbanzos tostados, mi abuela le compraba unos pocos para que nos los comiéramos y pagaba con una cantidad algo superior a la adquirida de garbanzos crudos.
Pero también alguna vez coincidió con la declamación en voz alta y cadenciosa, a modo de romances de ciego, de personas que aún se ganaban la vida yendo por los pueblos a contar tristes historias que habían sucedido en algún lugar próximo o remoto. Después de recitarlas ofrecían a la venta esa historia impresa en forma de romance en un pobre papel de colores.
Esto era habitual en los años 40 y 50 cuando la información llegaba sólo a través de la radio, totalmente controlada, o por el boca a boca.
Recuerdo los veranos en el cortijo, se rompía la monotonía con la llegada de algún recovero que venia a vender sus productos, cada semana aparecían dos o tres con precisa periodicidad, lo primero que se le preguntaba después de los saludos era por las novedades en el pueblo y él era la fuente más cercana y precisa de información sobre enfermos o fallecidos, disputas o riñas, robos o reyertas o simples cotilleos de vecinas.
Hace muchos años están en el desván y en el de mi memoria estos viejos romances de hace 70 años y hoy los comparto con vosotros con estrofas que parecen premoritorias de lo que estamos viviendo como:
Los momentos son de angustia
de gran desesperación
las horas parecen siglos,
no llega la salvación.
Hoy estamos sobreinformados, que es una forma de estar desinformados, a veces no me da tiempo a vaciar mi móvil de vídeos; unos jocosos, otros divertidos, otros informativos y otros desinformativos o alarmistas. Disfrutad de estos textos con los que sufrieron vuestros abuelos y que son lo más parecido de entonces a lo que os llega por WhasApp.
Sé responsable, no salgas de CASA innecesariamente, no divulgues bulos, si lo que vas a compartir no beneficia a nadie cállatelo.
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