Encontrado en mi desván
Libros, papeles, folletos, objetos... que andan por el desván de mi memoria. Cosas que me traen recuerdos de épocas que ya pasaron. Miguel Roa Guzmán.
sábado, 27 de abril de 2024
91.- ¿Qué tiene que ver el restaurante Satyricon de Alcudia (Mallorca) con nuestro hijo Pablo?
domingo, 14 de mayo de 2023
90.- La pizarra y las matemáticas
Revisando viejos negativos he encontrado esta fotografía, si la ves sin conocer nada sólo verás a un joven que dibuja una curva matemática en una vieja pizarra en un aula indeterminada, para mí hay mucho más detrás, se me agolpan muchos recuerdos de aquellos años.
Empecemos por el principio, por la foto, este chaval que aparece fue alumno particular mío de
Matemáticas de COU, era el año 1974 y yo tenía 18 años y estudiaba el primer
curso de Arquitectura Técnica en la Universidad de Granada, había suspendido en
junio la asignatura de Cálculo y me salió esta clase particular de las
Matemáticas de COU cuyo temario coincidía bastante a nivel más básico con mi
asignatura de Cálculo. Yo le obligaba a estudiar a él y para ello tenía que
prepararme la clase que a la vez era mi estudio para mi examen de septiembre,
mi alumno, del que no recuerdo su nombre y del que no he vuelto a saber, aprobó
con nota su examen extraordinario de septiembre y yo también, dos pájaros de un
tiro.
Pero, ¿dónde está
hecha la fotografía?, pues en mi dormitorio, compartido con mi hermano, del
piso que teníamos alquilado en Granada donde vivíamos con mis padres y mi
hermana.
Tres años antes nos habíamos trasladado a vivir a Granada
para ahorrar ya que era bastante más barato que los gastos de mi hermano y míos
en la Universidad.
Ésta era la segunda vivienda que tuvimos, más amplia y
soleada que la primera, enfrente de la estación de Alsina Graells del Camino de Ronda.
¿Una pizarra en
el dormitorio? Pues sí, era útil para las clases particulares que dábamos
en casa, otras eran en las propias casas de los alumnos, y esa antigua pizarra
nos la había regalado mi prima Sagrario que la había conseguido en alguna
escuela en la que había estado de maestra. No era la pizarra grande de una
clase, era más bien pequeña y cabía en la pared de nuestro dormitorio, por ella
pasaron varios alumnos que necesitaban de nuestra ayuda y nosotros los
honorarios.
Por eso decía al principio que esta fotografía era mucho más
de lo que en ella aparentemente se refleja, me lleva a mi adolescencia, a mi
familia, a mi vida en Granada y al piso donde vivíamos, a una época en que ni
imaginaba mi futuro de profesor ligado siempre a una pizarra.
¿Y quién hizo la foto
y con qué cámara? La hice yo, la afición a la fotografía viene de bastante
lejos, fue con nuestra primera cámara, SUPER CAPTA se llamaba y a la que mi
padre se refería como “la kodak” como nombre genérico para todas las cámaras
fotográficas.
Era y es, todavía la tengo, una mala cámara de uso muy
sencillo y sin ninguna complicación técnica pero que cumplía con su misión, los
carretes eran caros, con muy pocas fotos y el revelado también era caro por lo
que se hacían pocas tomas, pero debió dar la casualidad de que quedase alguna
en el carrete por hacer y decidí fijar aquel momento que ahora me hace recordar
toda una época de mi vida.
viernes, 10 de febrero de 2023
89.- La familia Fernández de la Vega en el Vegadeo de principios del siglo XX a través de una fotografía y algunas tarjetas postales
En el año 1880 llegan a Vegadeo el doctor en Medicina D. Wenceslao Fernández de la Vega Pasarín y su hermano farmacéutico D. Jesús, provenientes de la localidad lucense de Castroverde, eran hijos del notario santanderino D. José María Fernández de la Vega Rodríguez y de Dª Generosa Pasarín Osorio natural de Castroverde. Cuentan las crónicas familiares que para contraer matrimonio D. José María tuvo que raptar a Dª Generosa y llevarla ante el sacerdote para que los casara ya que la familia de ella, por su condición de nobles, le negaban el casamiento con un hidalgo.
De este matrimonio nacieron sus
once hijos: José Mª, Wenceslao, Jesús, Higinio, Ramiro, Enriqueta, Justina,
Ramona, Avelina, Sofía e Imelda, parece que siempre fue un matrimonio muy bien
avenido que sólo discutían cuando lo hacían de política, él liberal y ella
conservadora.
Wenceslao y Jesús se establecen
como médico y farmacéutico, respectivamente, en la Vega de Ribadeo, son
personas cultas y comprometidas, ambos participaron a su llegada en la creación
de la Tertulia de Recreo y ambos llegaron a presidirla teniendo esta sociedad
un importante papel cultural y social en la localidad.
Expondremos algo de la historia
familiar en los primeros años del siglo XX y trataremos de hacerlo a través de
la fotografía de la celebración en 1911 de las bodas de plata de Wenceslao y
Dolores y de algunas tarjetas postales datadas a partir del año 1903. Detalles
e imágenes de la familia del Dr. Fernández de la Vega, pero también del Vegadeo
(Vega de Ribadeo) de los inicios del siglo XX.
En la fotografía de la familia
ocupan el lugar central los homenajeados en el 25 aniversario de la boda de D.
Wencelao y Dª Dolores, rodeados de sus ocho hijos vivos.
En esta fotografía, entre otros,
aparecen también Dª Emilia Trelles Braña
(a la derecha de D. Wenceslao), esposa de D. Gumersindo Barcia Arango, abogado
en Vegadeo y después juez en Ribadeo, padres de los hermanos Barcia (Augusto,
Primitivo, Juan, Camilo, María, Carmen, Celia y Cora), , uno de ellos, Augusto
Barcia Trelles, fue abogado, escritor, periodista y político diputado en
Cortes, varias veces ministro, y llegó a ser durante unos días presidente del
Consejo de Ministros de la República Española. La mayoría de los hermanos
Barcia marcharon a Argentina en estos años prosperando en los negocios en los
que participaron, Augusto también marchó a Argentina tras la Guerra Civil pero
exiliado por su pasado político, en España sólo permaneció D. Camilo Barcia
Trelles que fue un eminente catedrático de Derecho en diversas universidades
españolas.
Más arriba de Dª Emilia en la
fotografía está el sacerdote D. Inocencio Villamil Lavandera que tanta
importancia tuvo en la vida de la villa en aquellos años, incluidas las
polémicas por su fuerte carácter.
Lástima no poder identificar
entre los casi 70 amigos y familiares de la fotografía, a muchos de ellos que
fueron personajes clave de la vida de principios del siglo XX de Vega de Ribadeo.
Veamos en la foto de detalle los
miembros más cercanos de la familia que hemos numerado:
1: D. Wenceslao Fernández de la
Vega Pasarín (doctor en Medicina), casado con
2: Dª Dolores Lombán Cotarelo
3: D. Jesús Fernández de la Vega
Pasarín (farmacéutico), hermano de Wenceslao y por tanto cuñado de Dª Dolores
D. Wenceslao y Dª Dolores fueron
padres de:
4: Virgilio Fernández de la Vega
Lombán (Licenciado en Farmacia), farmacéutico en Vegadeo en la Farmacia de su
tío Jesús, en 1922 fue Vocal del Consejo Superior de Fomento, concejal del
ayuntamiento de Vegadeo, Diputado en Cortes, posteriormente se dedicó a la
agricultura y ganadería en las extensas tierras que en Toledo habían sido
propiedad de su mujer Dª María Felisa Sedano.
5: María Luisa Fernández de la
Vega Lombán (al casarse con el empresario veigueño Gerardo Álvarez Acevedo,
residente en Ponce (Puerto Rico), se trasladaría a vivir allí de donde volvería
a la muerte de su marido con sus tres hijos)
6 y 7: Jimena y Elisa Fernández
de la Vega Lombán (gemelas nacidas en 1995 y que serían las primeras mujeres
licenciadas en Medicina por la Universidad de Santiago de Compostela), Elisa se
casaría con el compañero y catedrático D. Gumersindo Sánchez Guisande, moriría
joven. Jimena no se casaría y tendría una larga y exitosa carrera profesional,
discípula predilecta de Gregorio Marañón, profesora en la Facultad de Medicina
de Madrid, investigadora y Directora de Balnearios como su padre.
8: Dolores Fernández de la Vega
Lombán (casada con el empresario veigueño Santiago Fernández Ripoll)
9: José María Fernández de la
Vega Lombán (Militar que ocupó diversos puestos de responsabilidad antes de
irse exiliado a Francia donde seguiría trabajando como Ingeniero Industrial)
10: Blanca Fernández de la Vega
Lombán (casada con el empresario de Villagarcía de Arosa Eduardo García
Reboredo)
11: Wenceslao Fernández de la
Vega Lombán (Abogado, Inspector y Delegado del Trabajo en diferentes
provincias, padre que fue de María Teresa Fernández dela Vega Sanz (licenciada
en Derecho, magistrada, diputada en Cortes, Secretaria de Estado de Justicia,
primera mujer vicepresidenta en un gobierno de España, Presidenta del Consejo
de Estado…) y de Jesús Fernández de la Vega Sanz, licenciado en Derecho,
Inspector de Trabajo, Director General de Empleo, Director General de Recursos
Humanos de Repsol…).
Una vez analizada esta fotografía
desconocemos el lugar exacto de su realización en Vegadeo, en ella aparecen
como ya hemos dicho familiares directos, amigos, empleados… que nos muestran el
estatus de esta pareja, el vestuario del momento y otras características de la
vida veigueña a principios del siglo XX cuando la ciencia y el ferrocarril van
avanzando, la industria es próspera, están aún en tiempos de paz y las amistades
y relaciones sociales ocupan un lugar importante, completemos la información
que esta imagen nos da con las tarjetas postales que utilizaron estas personas
en aquellos años para comunicarse entre sí.
Las tarjetas postales se pusieron
de moda en los primeros años del siglo XX, vamos a hacer un poco el seguimiento
de éstas a través de una selección de la amplia colección que Dª María Vega
(María Luisa Fernández de la Vega Lombán) hizo en su juventud, recibidas por
ella y su familia más cercana. A través de ellas nos acercaremos un poco no
sólo a la historia de las tarjetas postales sino también al Vegadeo de esos
años, aún Vega de Ribadeo.
Debido al elevado coste que el
correo tiene a finales del siglo XIX aparece la tarjeta postal para breves
mensajes o noticias al resultar más barata. En 1869 en Austria se admite la
circulación de tarjetas postales con franqueo reducido.
Aunque en España se autoriza su
utilización en 1871 no es hasta 1873 que D. Mariano Pardo de Figueroa y de la
Serna (Dr. Thebussem, Medina Sidonia 1828-1918) imprime algunas cartulinas
siguiendo el decreto de Correos y las pone en circulación, enviándolas a los
conocidos y amigos, obligando a aceptar su utilización por parte de las
autoridades correspondientes, aunque no hay constancia de que circulara una
tarjeta postal con su correspondiente sello hasta 1892 desde Madrid a Pisa.
Pero será en ese año de 1892
cuando aparezcan las primeras tarjetas postales como las conocemos hoy. El
procedimiento de la cromolitografía, que permite litografiar en varios colores
mediante impresiones sucesivas, consigue que numerosos artistas reproduzcan sus
obras en tarjetas postales.
En esta tarjeta de felicitación por su santo a
María Luisa (conocida en Vegadeo como Dª María Vega) enviada por sus primas
María y Salvia desde Castroverde, pueblo de sus abuelos. La prima Salvia, hija
de la tía Enriqueta Fernández de la Vega Pasarín recibía esta consigna de su
madre mientras paseaba por Lugo con estas palabras: ¡Oriéntate Salvia!, refiriéndose
a que prestara atención a los caballeros casaderos que estuvieran por allí.
¡Qué tiempos! Esta anécdota se la relataba Dª María a su nieta Ximena.
Tarjeta fechada en septiembre de
1902, podemos apreciar algunas de las características de las tarjetas postales.
Digamos que, en un principio, en
las tarjetas postales el reverso sólo se utilizaba para poner la dirección
debajo de un texto que solía poner:
TARJETA POSTAL
UNIÓN POSTAL
UNIVERSAL ESPAÑA
Dirección:
Estos textos podían estar
escritos en español, francés, inglés u otros idiomas y a menudo en dos o más.
Como el reverso estaba destinado exclusivamente a la dirección, había que
escribir en los trozos blancos alrededor de la imagen del anverso o
directamente encima de la misma.
Ésta está franqueada con un sello
de Alfonso XIII, aún niño, de 15 céntimos.
Se realizan tarjetas postales
políticas, de artistas famosos, de costumbres populares, de flora, de fauna, de
paisajes, de monumentos, de ciudades, de pueblos, postales eróticas...
Las más comunes han sido las de
saludos, felicitaciones y recuerdos de viajes, pero también fueron utilizadas
como medio de publicidad.
Esta tarjeta postal de 1903 dirigida a Dª
Dolores Lombán de F. de la Vega está franqueada con dos sellos de Alfonso XIII
de 5 céntimos y sólo muestra saludos y expresiones cariñosas hacia los
destinatarios.
Esta cromolitografía con un dibujo marinero de
1903 dirigida a María Vega Lombán está franqueada con un sello de Alfonso XIII
de 5 céntimos y dirigida a la casa de D. Gumersindo Barcia en Ribadeo, padre de
los Barcia de los que ya hablamos anteriormente y casa donde pasaba temporadas
antes de que decidieran trasladarse a Argentina, la familia había vivido
primero en Vegadeo y se trasladan a Ribadeo cuando D. Gumersindo es nombrado
juez en esta villa gallega al otro lado de la Ría.
En esta ocasión es la fotografía de un
personaje popular la que ocupa el anverso de esta tarjeta postal, en este caso
la “Bella Otero”, bailarina, cantante y actriz muy famosa en la época, la
tarjeta postal se la envía Cora Barcia a su amiga María Vega, el mensaje de
amistad está implícito en el envío ya que el único mensaje que le envía es su
firma bajo la fotografía.
Y los personajes famosos a los que se
dedicaban las tarjetas postales podían ser personas tan ilustres y respetadas
como el mismísimo Tschaikowsky, tarjeta postal enviada en junio de 1904 a María
Vega a la Plaza del Campo (indistintamente se le denominaba Plaza del Campo o
Plaza de la Constitución) de Vega de Ribadeo por su amiga María Barcia, en este
caso el texto es extenso y de difícil lectura al ir parcialmente escrito encima
de la fotografía.
Como ya hemos dicho, las tarjetas
postales no siempre han reproducido fotografías de lugares, sino que también
han contado historias (a veces incluso de manera secuenciada en varias
tarjetas), han servido para declaraciones de amor (con textos y dibujos
alegóricos) u otros muchos usos ya mencionados, en otra ocasión esperamos tener
la oportunidad de adentrarnos más en esta temática.
Mostramos esta tarjeta postal que va dirigida
por un colega y amigo al farmacéutico D. Jesús Fernández de la Vega, hermano de
Wenceslao, enviada en el año 1903 y franqueada con un sello de 10 céntimos
donde aparece la imagen del rey Alfonso XIII niño. Es curioso ver cómo la
dirige a Vega de Eo puesto que el nombre de Vegadeo en sustitución de Vega de
Ribadeo no sería adoptado hasta 13 años después.
En esta tarjeta hay dos
cuestiones importantes a destacar, por un lado, la propia tarjeta postal
impresa por el procedimiento de la fototipia y realizada a partir de una
fotografía de J. Laurent, uno de los fotógrafos más importantes de la época.
Esta técnica de la fototipia permitía hacer tiradas de un máximo de 500
ejemplares y fue utilizada desde finales del siglo XIX.
Por otro hemos de fijarnos en la
fotografía y en lo que representa, el Puente de Porto o Puente del Príncipe (se
refiere al Príncipe Alfonso, que luego sería Alfonso XII), éste puente fue
mandado construir por la Reina Isabel II y fue inaugurado en 1863 uniendo
Asturias y Galicia sin necesidad de navegar por las aguas del Río Eo para
atravesarlo, fue un hito en la ingeniería de toda Europa, se realizó con hierro
forjado traído de Inglaterra, por primera vez para este tipo de construcciones
trabajaron buzos con escafandras para hacer las zapatas de cimentación y
sorprendentemente sigue en servicio 159 años después.
La diversidad de las imágenes que
contenían las tarjetas postales ha ido a la par de los materiales con los que
se confeccionaban: cartulina, corcho, madera grabada a fuego, aluminio, son
algunas de las variedades que se conservan. Las hay impresas en negro, en
colores, con dorados superpuestos, en relieve, con perforaciones, con
bordados... las hay rectangulares, cuadradas, circulares, ovaladas… con bordes
rectos, ondulados o dentados. Las hubo incluso que llevaban superpuesta una
fina capa transparente de plástico en relieve convertida en un disco microsurco
que se podía escuchar en un tocadiscos. Aunque en sus inicios estaba bastante
regulada y su dimensión aproximada era de 90 x 140 mm.
Mostramos ahora una preciosa tarjeta postal de
estilo modernista de diciembre de 1903 donde Celia, Carmen, María y Cora
felicitan el próximo año nuevo a su amiga María Vega Lombán, impresa en color y
en relieve.
El estilo modernista, Art nouveau
fue llamado en Francia, Jugendstil en
Alemania, Sezession en Austria o Style Liberty en otros lugares, tuvo su
momento álgido entre finales del siglo XIX y principios del XX, llegando a
todos los elementos de la vida: arquitectura, literatura, arte, mobiliario,
joyería, artes gráficas… que suponía en ese momento una reacción y una ruptura
con el pasado, con algo nuevo inspirándose en la naturaleza, utilizando la
línea curva y la asimetría con motivos exóticos y una estilización de las
imágenes, esta tarjeta postal es un claro referente de aquel estilo que pocos
años después caería en desgracia y casi desaparecería.
Pronto la costumbre de ilustrar
las postales con fotografías, su utilización como recuerdo de los viajes
realizados o para felicitaciones, su posibilidad de ser coleccionadas, etc.
hicieron que se convirtiera en todo el siglo XX en el medio de comunicación más
usado para mensajes cortos por correo.
Esta tarjeta postal está realizada en aluminio,
dirigida en este caso a Elisa Fernández de la Vega, una de las gemelas, por su
amiga Eladia de la Iglesia.
A principios de 1904 D. Wenceslao
pasa una larga temporada en Gijón, no sabemos si por razones profesionales o
particulares y utiliza las tarjetas postales como medio de comunicación con su
familia, unas veces las dirige a su mujer y en la mayoría de los casos a alguna
de sus hijas, todavía no habían nacido ni José María (lo haría en abril de este
año), ni Blanca, ni Wenceslao. En estas tarjetas postales da pequeñas noticias
o manda cariñosos recuerdos.
En ésta dirigida a sus hijas
gemelas enviada el 2 de febrero de 1904 les dice: “Venid pronto si queréis
pasar estos carnavales con vuestro papá”, a esta tarjeta postal responden
Jimena y Elisa con ésta otra:
“Querido Papá. Mucho sentimos no
pasar los carnavales con nosotras. Lo abrazan sus gemelas Jimena y Elisa.
Febrero 18/ 904” y va dirigida a Don Wenceslao F. de la Vega Doctor en Medicina
al Gran Hotel y Restaurante del Comercio de Gijón, donde estaba alojado.
El Doctor Fernández de la Vega
además de ser médico desde 1880 en Vegadeo, lo era también de visita de naves
del puerto de Vega de Ribadeo desde 1882 y en verano se trasladaba con la
familia al balneario de Guitiriz en el que era su director médico,
posteriormente también lo fue del balneario de Paracuellos de Jiloca en la
provincia de Zaragoza.
Aquí mostramos una tarjeta postal
de la época del Gran Hotel del Balneario de Guitiriz, en los veranos D. Wenceslao
dirigía este establecimiento termal, muchos años después también lo haría su
hija Jimena.
Tenemos ahora cinco tarjetas
postales enviadas desde Vega de Ribadeo y con fotografías de allí a distintos
miembros de la familia, Virgilio, María Luisa, Jimena, Elisa y Lolita que
describen la relación de amistad de Teodora Fernández Fidalgo que estaba casada
con Pedro Fernández Durán y que eran propietarios de un conocido y reputado
comercio de Vega de Ribadeo de la época, los “Almacenes Casa Durán”. Todas las
misivas están firmadas el 14 de septiembre excepto una en el 15 del año 1904.
En estas imágenes podemos
observar el aspecto de Vegadeo en este año de 1904, el río Suarón, el muelle y
desembarcadero, el Paseo y la Alameda, la Plaza de la Constitución con el
mercado semanal y la calle Empedrada. En la última podemos ver en la esquina de
la plaza con la Empedrada el edificio donde vivía la familia Fernández de la
Vega.
Estas cinco tarjetas postales
fueron editadas por el fotógrafo Pascual Rey Castro de El Ferrol que, aunque
empezó como aficionado pronto logró grandes éxitos en la profesión, esta
colección de al menos 8 fotografías fue realizada en diciembre de 1903 cuando
acompañó al alcalde de El Ferrol a Vega de Ribadeo para asistir a la asamblea
del ferrocarril.
La tarjeta postal que traemos del
Puente de Porto parece igual a la que ya mostramos con anterioridad, pero,
aunque se utilizó el mismo negativo fotográfico es sin embargo de una edición
distinta, en este caso de la Fototipia Lacoste de Madrid que fue la sucesora de
la antigua Casa Laurent que había realizado la otra. Va dirigida en diciembre
de 1906 a la Srta. María Vega enviada por su amiga Carmen Barcia y donde da
noticias también de sus hermanas María y Celia desde Ribadeo.
Alrededor de 1904 cambia la
normativa para el reverso y se divide con una línea vertical por la mitad como
ahora las conocemos, dedicando la parte izquierda para el texto y la derecha
para el franqueo y la dirección del destinatario. En España no estuvo limitada
la cantidad de texto, sólo la que cupiese en la tarjeta postal, pero en otros
países como Italia tenían el franqueo reducido limitado a un número de palabras
(simplemente para saludar) debiendo pagar otro franqueo si se sobrepasaba el
número de palabras establecido. Las antiguas siguieron utilizándose aún algunos
años.
En este caso se trata de una
tarjeta postal matasellada el 25 de octubre de 1906 procedente de Barcelona con
el reverso ya partido entre texto y espacio para la dirección y franqueo.
Es ésta una curiosa tarjeta
postal de Ediciones El Gallo E.J.G. París – Irún coloreada y donde aparece una
rara fotografía de Vega de Vegadeo, al parecer realizada desde el lado del
antiguo cauce del río Monjardín, sólo logramos apreciar la torre de la Casa del
Campo, la propia María Barcia que envía la misiva se queja de lo poco
favorecida que queda la villa.
Al haberse puesto de moda la
colección de tarjetas postales surgieron también los álbumes para contenerlas
como el que aquí mostramos, “Álbum para tarjetas postales” (hacia 1905) de
estilo modernista de 410 x 245 mm con tapas de cartón duro y páginas preparadas
para insertar cuatro tarjetas postales en cada una, dos en vertical y dos en horizontal,
con adornos propios del estilo modernista que tanto triunfó en esos años de
principios del siglo XX. Tiene 26 hojas por lo que puede contener hasta 208
tarjetas postales perfectamente colocadas y sujetas por las esquinas sin
dañarlas.
El día de Viernes Santo del año
1924, D. Wenceslao fallecería siendo considerado entonces “el médico de los
pobres” al que acudían los enfermos desde lugares remotos de Asturias y
Galicia, protagonista muy importante de la vida social y cultural de Vegadeo,
con gran prestigio entre sus compañeros médicos, intelectual y benefactor en su
época.
D. Jesús Fernández de la Vega
Pasarín viaja en estos años de principios de siglo a lomos de un burro por los
Andes americanos buscando un lugar cuyo clima le fuera beneficioso para sus
dolencias, encontró ese lugar ideal, pero fue en el Valle del Tiétar en la
provincia española de Ávila donde además compró una pequeña empresa
hidroeléctrica en 1909, esta empresa y el resto de sus bienes los heredaría su
cuñada tras su fallecimiento en 1931, ya viuda.
Dª Dolores Lombán Cotarelo habría
de ver y vivir numerosos episodios que fueron marcando su vida, apoyada siempre
por su hija Jimena: epidemias de cólera y rabia en Vegadeo, la Primera Guerra
Mundial, la pandemia de 1918 llamada gripe española, se haría cargo de la
empresa hidroeléctrica de su cuñado, moriría su hija Elisa de una neumonía,
compraría el balandro Teresita (fabricado en Vegadeo en 1918) y lo vería hundirse en Santoña cuando transportaba
un cargamento de piedra en 1937, sufriría la Guerra Civil española, padecería
por la muerte de su nieta Amalia (hija de Mª Luisa) en el Bilbao de la guerra
cuando contrajo el tifus al beber agua contaminada en el refugio antiaéreo
donde tenían que pasar muchas horas durante los bombardeos, vería huir a su
yerno Gumersindo exiliado a Argentina por sus ideas políticas cuando era el
decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza, igualmente vio
marchar al exilio a Francia a su hijo José María, viviría la Segunda Guerra
Mundial, se trasladaría a vivir a Madrid, cumpliría uno de sus sueños al ser
recibida en los años 50 en audiencia por el Papa Pio XII, sus nietos la
recordarán como una mujer muy fuerte y valiente (excepto en días de tormenta)
falleciendo en 1957 a los 92 años, pero éstas son otras historias, otras
historias que algún día contaremos.
Autores del artículo:
• Ximena
Prieto Álvarez, Licenciada en Geografía e Historia, Profesora de Secundaria y Bachillerato y biznieta de D. Wenceslao y Dª Dolores.
• Miguel Roa Guzmán, Arquitecto Técnico, Catedrático de Dibujo en Secundaria y Bachillerato, aficionado a la fotografía y a la historia de las Tarjetas Postales.
Este artículo ha sido publicado en el número 128 de la Revista La Vega (Revista de información histórica del concejo de Vegadeo) en el invierno 2022-23.
domingo, 4 de septiembre de 2022
88.- Viaje a Jaén
Mis padres, mis hermanos, mis abuelos paternos y yo en el Jardín de Huelma en el año 1962 |
Encontré por el desván un viejo
mapa, con la provincia de Jaén por un lado y el callejero de su capital por el
otro, lo editó en su día la Óptica Real con la colaboración de varios comercios
más, lo regalaban en esos establecimientos, y me transportó a mi infancia, a
mis traumas con Jaén a la que sólo iba de médicos o a examinarme en el
instituto, pero en aquellos viajes siempre hubo algo más, algo más que atesoro
en ese desván de mi memoria.
Llamar hoy en día “viaje” a
recorrer 50 kilómetros sería una temeridad, pero os voy a hablar de otros
tiempos, que fueron los míos, en los primeros años de la década de los 60
siendo aún un niño.
Con pocos años, supongo que con siete
u ocho, empecé a tener problemas con las anginas y me diagnosticaron que tenía
“velocidad en la sangre” (velocidad de sedimentación), nadie se molestó
entonces en darme más explicaciones pero mis frecuentes recaídas con las
anginas me llevaron varias veces de médicos a Jaén ya que en mi pueblo de
nacimiento, Huelma, sólo estaban los de medicina general (hoy médicos de
familia) que aunque atendían todo tipo de problemas, cuando se complicaba te
mandaban a un especialista en Jaén, privado si no recuerdo mal, todavía no
funcionaba la Seguridad Social como hoy la conocemos.
Mis padres, mis hermanos y yo en una boda en Huelma en el año 1965 |
Cuando se preveía un “viaje” a Jaén se desarrollaba toda una liturgia, protocolo se llamaría hoy, se informaba a los abuelos y a los familiares más cercanos y de más confianza por si tenían algún encargo que hacer, se preparaban papeles, ropa para el viaje o cuanto fuese necesario, dentro de esa indumentaria iba dentro del bolso de mi madre un vaso de plástico plegable (no me he equivocado, un vaso plegable con su tapa que ocupaba muy poco espacio plegado y que serviría para beber en una fuente pública si fuese necesario sin tener que chupar el caño, lástima no haber conservado aquel vaso con el que tantas veces jugué y del que creo que nunca bebí).
Una vez avisada la familia y
recogidos los encargos a hacer en Jaén y fijado el día del viaje la noche
anterior era de nervios. Incluso intuías el olor de gasolina desde varias manzanas la noche anterior que ya presagiaba los vómitos en el viaje.
Llegado el día se madrugaba lo
suficiente para estar con tiempo en la plaza donde estaba la parada del “correo
de Jaén”, llamado así porque entre otras misiones tenía la de llevar y recoger
en la capital la correspondencia de todo el pueblo. La empresa que tenía este
servicio era la de los “Bayonas”. Llegada la hora de salida, aún de noche, emprendía la marcha con
destino a Jaén y tras innumerables curvas de subida hacía la ermita, de bajada
hacía Cambil, de paradas en donde alguien estuviese esperando, por fin llegaba
a la Venta Oasis, donde hacía una parada técnica para que el motor se enfriara,
aunque las malas lenguas decían que llevaban comisión de aquel lugar al servir
tantos desayunos a los viajeros. Por fin y tras muchas vueltas siguiendo el
curso del río Guadalbullón llegábamos a la estación de autobuses de Jaén, lugar
muy moderno entonces que al día de hoy sigue cumpliendo su misión de alojar y
distribuir todos los autobuses de la provincia hacia la capital.
Al bajarnos del autobús cada uno cogía su camino, el nuestro hacia los médicos que nos habían llevado allí, primero me sacaban sangre para los “análises” (análisis en la jerga de mi pueblo entonces), primero me tomaban una pequeña muestra del dedo en donde me pellizcaban con una especie de bolígrafo pero que lo que hacía era un corte del que brotaban gotas de sangre y a continuación me extraían del brazo, esas extracciones y el miedo a ellas me llevaron a donar pocas veces sangre. A continuación, la consulta, salvo la vez que me operaron y me extrajeron las amígdalas.
Yo debía tener ocho o nueve años,
pero recuerdo aquellos días, nos habían avisado con tiempo y había que llevar
determinadas cosas a la clínica y en donde además de la consulta estaba el
quirófano y una habitación con dos camas en donde tendría que dormir una o dos noches.
Una de las cosas que había que llevar era un pijama, yo no usaba pijama (sigo
sin usarlo, aunque tenga un par de ellos en el armario, por si enfermo) y mi
madre fue unos días antes a la tienda “La Taza” de mi prima María Antonia a
comprarme uno, con la mala fortuna de no tener en esos momentos ninguno, por lo
que fui a la operación sin llevarlo (creo que me quedé en calzoncillos
y camisa o camiseta, toda una afrenta a mi honor, con la vergüenza infantil que
soporté, sin decírselo naturalmente a nadie, padecí en silencio la supuesta
humillación).
Estaba otra familia con su hijo y
nosotros. El médico otorrinolaringólogo que tenía una enfermedad en la garganta que le impedía
hablar con normalidad !vaya ejemplo para un niño que iba a ser operado de la garganta¡ y que sólo entendía su enfermera, se dispuso a meter mano
en mi garganta, pero antes la enfermera hizo su trabajo, empezó a hablar
conmigo, me preguntó el nombre, cuál era mi pueblo y al decirle que Huelma ella
me dijo que había estado allí, a mí me sorprendió que una persona que no era de
mi pueblo fuese a él, el concepto de turismo no lo tenía aún muy desarrollado,
muy simpática aquella enfermera que procedió mientras me distraía con su charla a atarme
las manos a la espalda, a sentarme en una silla e inmovilizarme a ella con
sendas vendas y para rematar aquel simulacro de ejecución me taparon con otra
venda de tela los ojos. Ahí entró en acción el médico, me introdujo un
artilugio que me impedía cerrar la boca y me inyectó, creo que un
antiinflamatorio y algo para la coagulación, ni rastro de anestesia, aquello
era a las bravas, me introdujo una especie de alicates (a pesar de la venda yo
veía por los lados de la nariz) y procedió a cortar por lo sano dejándome sin
mis anginas para impedir las infecciones recurrentes. Todo un trauma, después de aquella amputación y previo desate me llevaron a la habitación de al lado, el
dormitorio donde estaban las dos camas y donde el otro niño ya estaba
instalado, me acostaron y creo que me dieron una pastilla, el primer día creo
que sólo me dieron una sopa o un zumo para comer porque mi garganta no
aguantaba nada más y al segundo día y tras una larga noche en duermevela con
los dolores propios me dieron de comer, yo me negué (faltaría más, después del
crimen que habían cometido en mi garganta pretendían que comiera y tragara), la
enfermera era simpática pero pertinaz e insistió e insistió ante mis negativas
hasta que me hizo comer parte de la comida que me habían preparado, breves
minutos después lo vomité todo y lo único que se me ocurrió decirle como
justificación fue “se lo dije que no
quería”. En cualquier caso, aquella tarde me trajeron de regalo un helado y
ese sí me lo comí, no se podía perder la oportunidad de comerte un helado que
era cosa de pocas ocasiones. Esa misma tarde creo que me dieron el alta y
regresamos a Huelma. Debí pasar unos días sin ir a la escuela y vinieron mis
compañeros de clase a casa a verme, para mí fue importante sentirme el protagonista
de aquella situación cuando yo siempre fui un niño muy tímido, en aquel tiempo
el maestro nos calificaba y nos ordenaba en clase por los resultados,
normalmente yo ocupaba el primer puesto en aquel ranking que perdí ese mes en
favor de una compañera que me consoló diciendo que si no hubiese estado enfermo
seguiría siendo el primero, no recuerdo el nombre de esa niña, no sé qué fue de
ella pero mientras hablaba conmigo supe lo que era una buena persona, empatía
lo llaman ahora, sólo recuerdo que era más alta que yo, que era inteligente y
que llevaba una coleta en el pelo.
Pero no siempre que fui a Jaén me operaron, otras veces sólo era la consulta y poco tiempo después las visitas a Jaén fueron para los exámenes en el instituto Virgen del Carmen, los maestros nos preparaban en el pueblo con clases después de terminar su jornada ordinaria.
Me presenté a Ingreso (necesario para empezar a estudiar bachillerato) sin haber cumplido aún los 10 años y era un examen donde te preguntaban cosas de diferentes materias, te hacían hacer un dictado en el que no podías tener faltas de ortografía y creo que algunos problemas sencillos de matemáticas, pero con numerosas operaciones. La nota se la enviaron al maestro que nos presentaba días después, el mío era D. Antonio Carrasco, pariente de mi padre y que fue el encargado de hacer ver a mis padres las posibilidades en los estudios tanto de mi hermano como mías. Hombre muy alto, en misa podías mirar hacia atrás y distinguías perfectamente a Don Antonio y a su hermano porque sus cabezas sobresalían sobre todas las demás, afable y amante de su trabajo, formal y buena persona, aún recuerdo sus boletines de notas que eran una hoja muy alargada impresa con las diferentes materias que evaluaba: cálculo, geometría, dibujo, geografía, historia… y un largo etcétera donde también se incluían las calificaciones en comportamiento, educación o faltas. Cuando llegaron las notas utilizó una de aquellas hojas para poner en diagonal y superpuesto a lo impreso mi nota: ¡Un 6, por tímido¡ No lo conservo físicamente pero parece que estoy viendo aquel papel escrito encima de la tinta negra de imprenta con un bolígrafo azul, no era una gran nota y sin duda merecía más y él diagnosticó el por qué, yo era muy tímido y no había sabido sacar más de mí en ese momento. Bueno, había aprobado y por tanto el curso siguiente haría 1º de bachillerato también en mi pueblo e incluso 2º, para 3º me fui interno al Colegio Ave María de Granada, pero esa es otra historia. Cuando fuimos a examinarnos de 1º de bachillerato, junio de 1966, fuimos varios compañeros de mi pueblo, uno de ellos era un sobrino de don Antonio que estaba un curso más adelantado, él se examinaba de 2º y nosotros de 1º, fuimos a la misma pensión y nuestros padres alquilaron habitaciones para ellos y una con varias camas para los niños, yo compartí cama con aquel chaval que era un año mayor y del que me hice muy amigo, él se fue interno al año siguiente y desgraciadamente falleció a mitad de curso, creo que de una leucemia, fui mi primer contacto cercano con la muerte.
Don Antonio Carrasco y su mujer Doña Eloisa Guzmán, foto tomada de https://www.facebook.com/groups/111527475593684 |
Pero volvamos a los viajes a Jaén, todos tenían mucho en común, una vez finalizadas las obligaciones (médicos, exámenes, encargos…) nos íbamos de tiendas y se aprovechaba para las compras que no se podían hacer en el pueblo, mi padre aprovechaba para ir al sastre, a mí me compraban un abrigo para el invierno si es que lo necesitaba... las tiendas que más me gustaban eran El Corte Italiano, Galerías Preciados y Tejidos Gangas (famoso y popular en su época y que contaba con un edificio entero), eran grandes almacenes, del tamaño de Jaén claro, que tenían escaleras mecánicas y ascensor y de eso no había en Huelma y era una satisfacción poder presumir a la vuelta de que te habías montado. Recuerdo cuando dos o tres años antes uno de esos viajes sirvió para comprarme el traje para la Primera Comunión, de Caballero de Santiago, y una vez comprado nos fuimos al fotógrafo para hacer la foto oficial, pero eso creo que ya lo conté en otra ocasión.
Tejidos Gangas en Jaén, foto tomada de http://jaenenlamemoria.blogspot.com/2013/02/tejidos-gangas.html |
Después de las obligaciones y de las tiendas ya era hora de comer, siempre era en la misma calle, la Calle Nueva que entonces se llamaba la Calle Rastro, donde primero tomábamos un aperitivo en la Gamba de Oro (no se comían gambas con frecuencia, aparte de las bodas) y luego a una casa de comidas de esa misma calle y en donde sucedió la siguiente anécdota de mi padre, nuestra situación económica siempre fue bastante justa y en una de estas ocasiones mi padre no disponía de dinero en efectivo en esos momentos y echó mano de uno de los tres billetes de 1.000 pesetas que su padre le había dado cuando se casó en 1950, considerable cantidad para la época, mi padre los tenía guardados para una necesidad y ésta fue una de ellas por lo que echó mano de uno de esos billetes y lo metió en su cartera, a la hora de pagar la comida mi padre sacó ese billete, ya antiguo, y el camarero le dijo que no conocía ese billete y que no podía pagar con él, un señor de una mesa cercana presenció la escena y se ofreció a mi padre para cambiarle ese billete por uno nuevo, cosa que hicieron y con el que pagó, es posible que un heredero de ese señor tenga en su colección de billetes el que mi padre tuvo que usar muy a su pesar aquel día. Los otros dos billetes de 1.000 pesetas que mi abuelo le dio no los tuvo que utilizar nunca y me los regaló ya en su vejez y que conservo con especial cariño por su significado.
Uno de aquellos tres billetes de 1000 pesetas |
Normalmente cada viaje a Jaén
significaba una visita a la catedral que ya conté en otra ocasión.
Voy a narrar ahora una anécdota que me sucedió en uno de esos viajes, a mí me gustaba repasar las enciclopedias que caían en mis manos, en una había visto una brújula que era un elemento exótico y muy deseado por mí, vi una en un escaparate y le pedí a mis padres que me la compraran, mi padre me dijo que si no era muy cara la podría adquirir, que entrase a preguntar. Entré, pregunté el precio y el dependiente me dijo que valía “sien” pesetas (100), hasta ese momento yo no sabía que había gente que seseaba o ceceaba al hablar, salí y le dije a mi padre “cuesta seis pesetas”, mi padre abrió el monedero y me dio las 6 pesetas con las que entré a comprar mi deseada brújula, el dependiente me rectifica y me dice “no son seis, son sien”, decepcionado salí y se lo conté a mis padres y le devolví el dinero, cien era demasiado para que yo jugara, nos fuimos y todo quedó en mi memoria como otra pequeña frustración de mi infancia, años después formé parte de un grupo de espeleología y manejé la brújula del grupo, actualmente procuro tener en casa brújulas pequeñas que regalo cuando algún chaval cercano muestra interés por ellas.
Pero volvamos para cerrar con el
mapa del que hablábamos al principio. Ahí están los nombres (de ese momento) de
las calles que yo oía nombrar en los programas de radio, los comercios que
visitábamos, el callejero es de 1965 y también tenía el mapa de la provincia con los
nombres de todos los pueblos, indicando la distancia a la capital y si tenían o
no oficina de telégrafos y de correos, ¡cuántas vueltas le di yo a ese mapa! y en él dejé mi firma autógrafa infantil de entonces.
La vuelta al pueblo seguía
también su protocolo, llegada el autobús a la plaza, descarga de paquetes,
mucha gente esperando a los familiares, bajada andando hacia casa
de mis abuelos, mama Guzmán y papa Roa, a dar cuenta del viaje y regreso a casa
para seguir con la rutina diaria.
Mis abuelos Mama Guzmán y Papa Roa |
Y hasta aquí llega hoy mi poco entusiasmo por mis viajes a Jaén, también mi viaje al desván de mi memoria que este mapa suscitó.